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Maíz, héroe de la alimentación

En el marco del Día Mundial de la Alimentación, la producción sustentable de alimentos es una de las respuestas fundamentales para hacer frente a la amenaza que la pandemia por COVID-19 representa para la seguridad alimentaria.

Por: Grupo Bimbo, Cargill y CIMMYT
15 de octubre de 2020

México.- Desde el año 2014 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha registrado un aumento continuo del hambre en el mundo. De acuerdo con cifras de esta organización, actualmente existen cerca de 690 millones de personas que padecen hambre y la pandemia por COVID-19 podría sumar entre 83 y 132 millones a esta cifra.

La seguridad alimentaria también es un tema de primer orden de importancia en México, donde el número de personas con dificultades para acceder de forma regular a alimentos sanos y nutritivos aumentó significativamente entre 2014 y 2019 (la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o severa pasó de 27% a 35% en ese lapso) y podría incrementarse más rápidamente debido a los efectos de la pandemia.

Si se considera además que el cambio climático, el crecimiento de las zonas urbanas y otros fenómenos naturales y sociodemográficos (como las migraciones y los conflictos) ponen en serio riesgo la productividad agrícola, entonces producir más con menos y hacerlo de forma sustentable con los recursos naturales adquiere cada vez más relevancia y urgencia.

En concordancia con los llamados internacionales para transformar los sistemas agroalimentarios de forma sustentable como una respuesta que permita evitar una crisis alimentaria derivada de la contingencia sanitaria por la COVID19, Grupo Bimbo, Cargill y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impulsan el proyecto Maíz Sustentable Bimbo en México.

La iniciativa conjunta entre las empresas y el centro de investigación científica fomenta la producción local y sustentable de maíz blanco (base de diversos productos de la empresa), a fin de lograr la resiliencia y la sostenibilidad en el tiempo de los sistemas de producción de los agricultores mexicanos, a quienes se les brinda soporte y asesoría técnica para que se apropien de las mejores prácticas que les permiten incrementar sus rendimientos, disminuir sus costos de producción y cuidar a la vez de sus recursos naturales.

Cabe mencionar que muchos de los productores que participan en el proyecto forman parte de comunidades en situación adversa (como el Valle del Mezquital, en Hidalgo). A través del desarrollo de capacidades y la adopción de la Agricultura Sustentable han logrado incrementar sus rendimientos en al menos 16% y lo están haciendo mientras optimizan el uso del agua, reducen el número de pasos de maquinaria (disminuyendo el uso de combustibles fósiles) e implementan opciones agroecológicas para el control de plagas.

Los beneficios de hacer una agricultura diferente son notables y se extienden más allá de las parcelas: si se considera que el consumo promedio de maíz blanco por persona al año es de 196.4 kg (por lo que este cultivo es la base de la alimentación de la población mexicana), entonces la producción sustentable de maíz deriva en productos de mejor calidad para el consumidor final, hecho particularmente relevante en un momento donde las dietas sanas y nutritivas son más importantes que nunca.

Finalmente, con un campo más productivo, sólido y resiliente, las comunidades construyen y fortalecen su tejido social, disminuyendo así la necesidad de migrar o de buscar otras opciones para la subsistencia. En suma, fomentar sistemas agroalimentarios sustentables también es forjar la paz, es decir, construir una #AgriculturaParaLaPaz.

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