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Agricultura Sustentable para obtener alimentos sanos y cielos azules

En el marco del Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul (7 de septiembre), la Agricultura de Conservación figura como una de las prácticas más viables para reducir la contaminación atmosférica que se produce en la agricultura. 

Texcoco, Edo. Méx.- La contaminación atmosférica es uno de los mayores riesgos ambientales para la salud humana y una de las principales causas evitables de muertes y enfermedades a nivel global —se estima que ocurren alrededor de 6.5 millones de muertes prematuras en todo el mundo a causa de la contaminación atmosférica (ONU, 2021)—. Las principales causas de la contaminación del aire son las asociadas a la quema de combustibles fósiles, siendo los principales focos de emisiones la industria, la agricultura y ganadería, así como la mala gestión de los residuos y la falta de acceso a energías limpias en los hogares y para el transporte.

Se estima que el sector agropecuario es responsable de cerca del 24% de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionados tanto con el calentamiento global como con la contaminación del aire. Y es que en este sector hay diversas fuentes contaminantes: la quema de residuos agrícolas y el uso de combustibles fósiles para diversos procesos —que generan dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero implicado en el cambio climático—, el uso de insumos potencialmente contaminantes —como los fertilizantes nitrogenados que producen óxido nitroso (N2O), gas relacionado con el deterioro de la capa de ozono— y el metano y amoníaco que genera la ganadería.

A través de diversos proyectos con los sectores público, privado, social y académico, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueve diversas prácticas sustentables para reducir el impacto ambiental de la agricultura. El uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada, el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo —en lugar de su quema—, y otras prácticas de Agricultura de Conservación son una vía útil para lograr una agricultura que contribuya a que la sociedad disfrute de alimentos sanos y cielos azules. 

La Agricultura de Conservación ofrece diversos beneficios para la atmósfera: al no quemar residuos de cultivos —una práctica común en regiones de alta productividad con altos niveles de producción de residuos— se reduce la contaminación del aire. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero con este sistema agrícola se debe tanto al uso reducido de combustible como al secuestro de carbono en la materia orgánica del suelo. 

Con prácticas de Agricultura de Conservación se pueden reducir de dos a tres pasos de maquinaria, esto reduce significativamente el consumo de diésel (entre 10 y 12 litros por hectárea). Mediante un ejercicio teórico, pero posible y viable, si se trasladan estos números a la superficie destinada al cultivo de maíz en Sinaloa, por ejemplo, se podrían dejar de utilizar arriba de cinco millones de litros de combustible solo en ese estado”, comenta Jesús I. Madueño Martínez, profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y quien promueve, en colaboración con el Hub Pacífico Norte del CIMMYT, la Agricultura Sustentable en esa entidad. 

“Con Agricultura de Conservación sí hay una diferencia muy grande: 40% menos de consumo de combustible”, comenta Daniel Sánchez Mora, productor de Cuquío, Jalisco, en sintonía con los resultados que el Hub Bajío del CIMMYT ha obtenido en Guanajuato donde, con más de 45 mil hectáreas cultivadas con Agricultura de Conservación, se ha evitado liberar más de 5 mil toneladas de CO2 a la atmósfera. Esto, gracias a que la mínima labranza y la mecanización adecuada de la Agricultura de Conservación permiten ahorrar entre 38 y 42 litros de combustible por hectárea, equivalentes a 112 kg de CO2 a la atmósfera. Lo anterior significa que con las prácticas sustentables es posible usar hasta 70% menos combustible y liberar hasta 60% menos CO2.

El ahorro de combustible representa un gran beneficio para la calidad del aire —y para la economía de los productores—. Además, se puede complementar con el uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada, así como con el uso de fertilizantes nitrogenados más eficientes y las rotaciones de cultivos —que son un componente importante para el manejo del nitrógeno en los sistemas de Agricultura de Conservación— que, en conjunto, permiten reducir las emisiones de óxido nitroso, un gas de efecto invernadero más potente que el CO2. 

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