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Ciencia para la paz y el desarrollo

Las prácticas agrícolas sustentables con soporte científico permiten abordar varias de las causas que originan fenómenos como la migración en el medio rural. 

Por: Divulgación-CIMMYT
9 de noviembre de 2020

Texcoco, Edo. Méx.- El Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo se conmemora cada 10 de noviembre desde el año 2002 para hacer hincapié en el uso responsable de la ciencia para el beneficio de las sociedades, en particular, para la erradicación de la pobreza. Este año, debido a la pandemia por COVID-19, el lema de la conmemoración es «La ciencia para y con la sociedad para hacer frente a la pandemia global».

La ciencia aplicada al campo es particularmente importante en la respuesta al COVID-19 que exige un mejor uso de la ciencia y la tecnología ante una eventual crisis alimentaria. Una relación mucho más colaborativa entre científicos y agricultores que permita difundir con más facilidad los frutos de la investigación científica es clave en el marco de esta respuesta y para disminuir varias de las brechas sociales que amenazan la paz, sobre todo en el ámbito rural. 

De acuerdo con la Encuesta Nacional Agropecuaria del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), entre los principales problemas del campo mexicano en la actualidad están los altos costos de los insumos, los riesgos derivados de las variaciones climáticas (incluyendo una mayor incidencia de plagas y enfermedades), la falta de capacitación y asistencia técnica, la pérdida de fertilidad del suelo y, de forma persistente, el abandono del campo. 

Estos problemas, sumados a la pobreza y la inseguridad alimentaria (la FAO estima que en el medio rural está el 75% de las personas en situación de pobreza e inseguridad alimentaria del mundo), así como la falta de oportunidades laborales, el agotamiento de los recursos naturales y la degradación del medioambiente, forman parte de las causas subyacentes de la migración en el medio rural, e incluso de fenómenos tan complejos como la delincuencia organizada y el narcotráfico. 

Cuando las personas y las familias de las zonas rurales no ven en el campo una opción viable para tener medios de vida dignos dentro de sus comunidades, entonces buscan otras opciones para subsistir (alrededor del 40% de las remesas internacionales se envía a zonas rurales, lo que pone de relieve el origen rural de gran parte de los migrantes). 

Yo me fui a Estados Unidos por la pobreza que teníamos en el campo (llora). Lo que extrañábamos mucho allá era cómo comíamos aquí: una salsa de molcajete, unos elotitos recién cortados, pero sin nada de químicos. También extrañaba mucho a mis papás, estar en el campo con ellos”, relata María Guadalupe Clavijo Hernández, productora de Chilacachapa, Guerrero, quien participó en un programa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

La migración, además, tiene implicaciones para los países de origen, tránsito y destino. Para unos, puede tener efectos benéficos en sus economías locales, mientras que para otros implica perder la parte más joven y dinámica de su capital humano (aproximadamente un tercio de los migrantes internacionales tiene entre 15 y 34 años). 

“A veces invierten mucho y no sale porque con el tractor, la yunta, mano de obra y dar para el refresco se va todo. Por eso se quejan los campesinos de aquí y se van a Estados Unidos y dejan abandonado el suelo por no saber producir, por no saber cómo cuidar la tierra. Yo tengo dos hijos que se fueron para el otro lado, por eso yo estoy haciendo todo esto (ha incrementado notablemente sus rendimientos mediante prácticas sustentables) para ahora que regresen ya puedan trabajar esto”, comenta don Eduardo Reyes Rojas, productor de Oaxaca que participa en el programa MasAgro, de la Secretaría de Agricultura y el CIMMYT.

La solución está en el campo

¿Cómo puede la ciencia contribuir a abordar las causas subyacentes de la migración en el medio rural?, ¿cómo puede la ciencia del campo contribuir a consolidar la paz para la seguridad alimentaria y la nutrición? Desde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) se desarrollan e impulsan diversas iniciativas, metodologías, proyectos y programas que, junto con productores y organizaciones de todos los sectores, ponen la ciencia al servicio de la sociedad y construyen el camino para lograr una #AgriculturaParaLaPaz y el desarrollo.  

La Agricultura Sustentable que se promueve a través de diversos proyectos con gobiernos y empresas, por ejemplo, es una opción pertinente y con soporte científico que permite abordar varios de los problemas que afectan al campo mexicano: “Me regresé a Guerrero, a trabajar el campo con mis papás, porque ellos ya son grandes. Yo veía que en las parcelas de por acá ya metían mucho químico. Luego llegaron las ingenieras del programa y fui a los talleres de capacitación y me han dado acompañamiento técnico. Con ellas aprendí muchas cosas que la verdad no sabía: el almacenamiento de maíz y el control de plagas sin químicos. Me da esperanza porque poco a poco voy aprendiendo más”, comenta María Guadalupe Clavijo.

Los proyectos que fomenta el CIMMYT y sus colaboradores se centran en el desarrollo de capacidades. Cuando los técnicos, productores o estudiantes asisten a capacitaciones sus comunidades aumentan su capital social. Con un campo productivo, rentable y sustentable, se busca que todos los productores, particularmente los jóvenes, vean en la agricultura una opción económica viable, además de un medio para contribuir a la conservación del medioambiente y el desarrollo de sus comunidades.

Empezamos a generar un pequeño cambio en nuestra comunidad. Yo trabajaba el campo de una forma convencional, ahora estoy viendo las cosas de diferente forma y a partir de esto cada vez más gente de nuestro entorno, e incluso de otros municipios se está interesando en producir sustentablemente”, comenta Daniel Becerra, alumno de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ) en el municipio General Pánfilo Natera, Zacatecas, quien participa en una iniciativa con el CIMMYT. 

Fomentar la sustentabilidad del campo no es una tarea sencilla, pero es el primer paso para construir, o reconstruir, el tejido social. Lograr que los sistemas agroalimentarios sean más sólidos y resilientes no soluciona el fenómeno migratorio en su totalidad, pero sí permite encaminar a las comunidades en esa dirección. De ahí la importancia de promover la ciencia del campo, una que sea, además, colaborativa e incluyente. 

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