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El maíz y la regeneración de los suelos

Experiencias como la del señor Isidro Sánchez son un ejemplo de cómo la producción sustentable de maíz puede impactar positivamente en el medioambiente, en la economía y la seguridad alimentaria de la sociedad.

Por: Grupo Bimbo y Divulgación-CIMMYT
27 de septiembre de 2021

Ixtlahuacán del Río, Jal.- El maíz es un cultivo global de origen mexicano. Actualmente en todo el mundo se producen alrededor de mil millones de toneladas y, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), se prevé que en esta década la producción de maíz será la que más aumente ―en más de 193 millones de toneladas―, superando a la de trigo ―que aumentará en más de 86 millones de toneladas― y a la de arroz ―la cual aumentará más de 67 millones de toneladas―.

El incremento en la producción de maíz implica muchos desafíos, pero también oportunidades. El aspecto ambiental es uno de los más relevantes porque la agricultura tiene un impacto considerable: el sector agropecuario es responsable de cerca del 24% de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionados tanto con el calentamiento global ―por cada grado que aumenta la temperatura, la producción de cereales se reduce un 5% aproximadamente― y ocupa el 70% del agua que se extrae en el mundo. 

¿Cómo la producción de maíz podría incidir en este panorama? Siendo uno de los tres principales cultivos a nivel global y el de mayor importancia en México ―así como el que registra la mayor superficie sembrada―, la producción sustentable de maíz podría guiar la transición hacia una agricultura capaz de reducir la presión sobre el medioambiente.

En un contexto donde el crecimiento urbano reduce la extensión de las áreas cultivables y el cambio climático reduce la capacidad productiva de las tierras agrícolas, es fundamental difundir y adoptar una Agricultura Regenerativa en la producción de maíz porque es necesario producir cada vez más con cada vez menos recursos disponibles ―en México, el 52% de los suelos agrícolas están moderada o severamente degradados, lo cual además afecta directamente a 74% de la población en situación de pobreza―.

“Últimamente se ha hecho una agricultura agresiva con el suelo porque se le da muchos pasos de rastras, la mayoría de la gente aplica insecticidas granulados al suelo y cuando la milpa tiene un tamaño de 20 cm ya le están aplicando insecticidas. Hemos hecho una agricultura agresiva contra el suelo, pero otros ya estamos tratando de innovar, de tener más respeto por el ambiente”, comenta Isidro Sánchez Ramírez, productor de Palos Altos, Ixtlahuacán del Río, Jalisco, quien participa en el proyecto Abastecimiento Responsable, competitivo y sustentable de ingredientes de calidad que Grupo Bimbo y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impulsan para que productores de maíz de Jalisco implementen prácticas que ayuden a elevar la productividad y conservar los recursos naturales, como el suelo. 

La Agricultura de Conservación es el eje de la Agricultura Regenerativa que promueven en conjunto Grupo Bimbo y el CIMMYT a través de esta iniciativa. Este sistema de producción ofrece muchos beneficios, como la reducción de la erosión del suelo, la reducción de la contaminación de agua y aire, el aumento de la infiltración de agua, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la mejora de la calidad del suelo y su biodiversidad ―lo cual a su vez deriva en un incremento de su fertilidad y productividad―. Esto, gracias a los tres componentes clave del sistema: la mínima labranza, la diversificación de cultivos y la cobertura del suelo con rastrojos. 

“Donde el suelo se cubre con rastrojo se guarda más humedad, la milpa se ve mejor. Cuando hay un periodo de sequía los terrenos que tienen rastrojo están más bonitos. Además, de repente escarbas el suelo y ves alguna lombriz, las plantas tienen mejor sistema radicular, las raíces son más fuertes, más sanas, entonces sí se refleja (el efecto de las prácticas sustentables), nada más que con tantos años de agresividad hacia el suelo no es fácil revertirlo de la noche a la mañana”, menciona el señor Isidro. 

“Cuando recién estábamos implementando la Agricultura de Conservación con la asesoría del ingeniero Eduardo Gaspar Medellín ―técnico certificado en Agricultura Sustentable por el CIMMYT―, pasamos un día mi señora y yo y de un lado estaba la parcela de cero labranza y del otro lado la de agricultura convencional. Y me dice mi esposa «¿por qué la milpa ahí está más verde, más sanita, y de ese lado está marchita?». Y pues eso es el trabajo de la Agricultura de Conservación, conservar la humedad y en periodos de sequía pues se manifiesta más. Entonces ella me preguntó «¿y por qué no haces así en todo?». Y le dije yo «por tonto» ―ríe―”.

El señor Isidro ha sido criticado por otros productores por implementar prácticas innovadoras, pero no desiste porque ha visto resultados favorables y por eso sigue incorporando nuevas prácticas y aprendiendo de los técnicos que le brindan asesoría. “El siguiente ciclo vamos a hacer camas de cultivo. El ingeniero Eduardo del CIMMYT trajo una reformadora de camas que es para hacer como unos bordos para retener el agua cuando llueve poco. A como están las tendencias va a ser muy útil porque aquí no tenemos riego, así que todo es con temporal y con humedad residual. Además, aquí en mi región ya no llueve como antes”, comenta el productor y enfatiza en la utilidad del rastrojo ante los efectos del cambio climático. 

Para el señor Isidro es importante la productividad, pero también la sustentabilidad, por eso ha incorporado también enfoques agroecológicos para el manejo de plagas: “si hay infestación de plagas, ahora le ponemos un producto adecuado de bajo impacto y así controlamos la población. Ya después metemos el control biológico. Gracias a eso este año tuvimos una producción mejor que otros años: sacamos un promedio de 14 toneladas. Aquí hay productores que sacan entre 8 y 10 toneladas, pero no aplican nada. Y hay otros que sacan hasta 18, pero a qué costo porque aplican muchos productos agresivos”, comenta. 

“Tengo un hijo de 20 años que está estudiando agronomía y entre él y yo llevamos esto. Yo a veces lo oigo ahora que las clases son en línea decirle a su maestro lo que está haciendo, «creo que voy bien», dice. Mi familia ha respondido bien. Les ha gustado esto de hacer prácticas sustentables, prácticas que no sean agresivas en contra de quien las hace y en contra del ecosistema. Por eso quiero decirle a toda la gente, a las futuras generaciones, que está la alternativa de dejarles un desierto, aguas contaminadas, o es tiempo de darle vuelta a la tortilla y tratar de hacer prácticas sustentables porque la naturaleza no perdona y nos lo está demostrando con estas lluvias tan inestables y heladas a destiempo y todo a raíz de esas prácticas tan agresivas que hemos estado haciendo”, finaliza el productor. 

En este Día Nacional del Maíz (29 de septiembre), experiencias como las del señor Isidro Sánchez son significativas porque ponen de relieve el potencial de la producción sustentable de maíz para impactar positivamente en el medioambiente, en la economía y la seguridad alimentaria de la sociedad. Iniciativas como la que impulsan Grupo Bimbo y CIMMYT contribuyen a que los sistemas productivos de maíz en México transiten a ser cada vez más resilientes, en favor de todos y con una producción y consumo de ingredientes y alimentos cada vez más sustentables. 

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