Guanajuato.- La popularmente conocida “gallina ciega” es un insecto cuyos daños causados a las raíces de una amplia diversidad de cultivos y las pérdidas económicas ocasionadas a los productores son de gran relevancia; en cultivo de maíz, por ejemplo, pueden provocar la muerte hasta del 50% de las plantas. A pesar de esto, es un insecto que no se debe considerar plaga sino hasta identificar su nivel de infestación en el umbral de daño económico, umbral en el que es necesario tomar medidas para impedir que la población del insecto cause pérdidas económicas.
Es importante, además, conocer al insecto, ya que la “gallina ciega” es en realidad un gran grupo que incluye diversos géneros de insectos con un aspecto (en larva) muy parecido, denominado escarabeiforme (es decir, que presenta forma de herradura en estado de reposo). Dicho aspecto, por ser similar a simple vista, ha generalizado su clasificación al punto de ser considerada indiscriminadamente como una plaga y no todos los géneros llegan a causar daños en los cultivos; sin embargo, existen diferencias entre géneros, dadas principalmente por sus hábitos alimenticios. Hay “gallinas ciegas” rizófagas, saprófagas y facultativas; y pueden convivir en el suelo de manera simultánea:
- Las rizófagas se alimentan específicamente de las raíces de un gran número de plantas. Son causantes de daños a los cultivos y pueden llegar a convertirse en un problema para los mismos. Destacan los géneros Phyllophaga, Macrodactylus y Anomala.
- Las conocidas como saprófagas se alimentan de residuos vegetales en proceso de descomposición y forman un componente clave en dicho proceso porque beneficiará al suelo. Dentro de este grupo se conocen a Cyclocephala, Ligyrus y Euphoria, principalmente.
- Por último, las conocidas como facultativas, en donde destaca el género Cotinis, se alimentan de residuos en descomposición (si se encuentran en cantidad adecuada) o de raíces.
El sistema de Agricultura de Conservación permite implementar un manejo adecuado del complejo “gallina ciega”. Donde el papel de los rastrojos es vital, pues actúa como alimento (al descomponerse en el suelo) para muchas especies de este grupo de insectos, presentes en los suelos agrícolas. Al tener un nivel adecuado de residuos en descomposición en el suelo se evitará que insectos facultativos puedan alimentarse de las raíces de los cultivos, los organismos saprófagos aceleren el proceso de descomposición de los residuos de cosecha (rastrojos o esquilmos) y se genere un equilibrio de las poblaciones de insectos, manteniendo así en umbrales bajos las potenciales especies rizófagas.
Dentro de los beneficios del complejo “gallina ciega”, a través de la presencia de insectos principalmente saprófagos y facultativos en las parcelas agrícolas, a parte de la ya mencionada descomposición de los residuos vegetales de cosecha se pueden mencionar: la formación de sustancias húmicas, como lo hacen las lombrices de tierra; la influencia positiva en características físicas del suelo (porosidad, drenaje y aireación) a través de la formación de galerías, perforaciones y depósitos de excremento; y la mejora las características químicas del suelo al distribuir nutrientes, mineralizar y humidificar la materia orgánica; siendo un gran aliado en nuestras parcelas.