Texcoco, Edo. Méx.- Los problemas de nutrición en el mundo van en aumento. La estimación más reciente —correspondiente a 2018— de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indica que alrededor de 821 millones de personas en todo el planeta están subalimentadas. Es decir, una de cada nueve personas no consume una cantidad suficiente de energía alimentaria que satisfaga sus necesidades para llevar una vida activa y saludable.
Aunque en el caso de México la prevalencia de la subalimentación es de alrededor de 5% —siendo de 13% el promedio de los países en desarrollo—, los problemas de nutrición persisten y se han vuelto complejos. Actualmente, existe más de una forma de malnutrición, desde la obesidad hasta la carencia o insuficiencia de micronutrientes (vitaminas y minerales).
De acuerdo con la Comisión EAT-Lancet —en la que participan reconocidos científicos junto con representantes de los sectores público y privado relacionados con la producción de alimentos y la salud humana—, la problemática de la nutrición requiere reorientar la producción agrícola para focalizarla en la elaboración de alimentos más saludables y de mayor calidad. Lograr la seguridad nutricional poniendo énfasis en la calidad de los alimentos beneficiaría adicionalmente la salud del planeta.
¿Cómo pueden las dietas más saludables reducir el impacto ambiental? Si se implementan prácticas agrícolas más eficientes y sustentables, se puede producir más y de mejor calidad con menos recursos, disminuyendo también la deforestación para la expansión de las tierras de cultivo. Esto es relevante en un contexto en el que el aumento de la población exige, y exigirá, cada vez más alimentos.
Sin embargo, para reorientar la producción agrícola, producir alimentos de mejor calidad y reducir los problemas nutricionales y ambientales, hacen falta sinergias y estrategias que involucren y beneficien a todos los actores de las cadenas de valor de los cultivos fundamentales para la dieta y la nutrición en México y el mundo, como el maíz.
El proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México —de la Compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— es una iniciativa para mitigar y favorecer la adaptación a los efectos del cambio climático en el campo, así como para brindar mayores oportunidades a productores mexicanos que demuestran competitividad global y calidad de su producción.
Este proyecto —que actualmente opera en Guanajuato y Sinaloa— fomenta el desarrollo de sistemas agroalimentarios no solamente enfocados en el volumen, sino también en la calidad y la nutrición. Como consecuencia de la implementación de prácticas agrícolas sustentables, el proyecto también contribuye a la salud del medioambiente.
En el ciclo agrícola otoño-invierno 2018-19, por ejemplo, los productores del proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México eliminaron por completo el uso de agroquímicos de uso restringido. Adicionalmente, el número de aplicaciones y la cantidad de productos admitidos también se redujeron considerablemente (aproximadamente dos terceras partes). Esto incide directamente en la calidad e inocuidad de los alimentos y confirma que, con una Agricultura Sustentable, es posible mejorar la nutrición y la salud no sólo de los consumidores, sino también de los operadores agrícolas.
Una producción sustentable requiere verificar que los agricultores realicen cambios que no sólo beneficien al medioambiente, sino también a sus utilidades, y que esto suceda de forma sostenida en el tiempo. Tras dos ciclos de operación, este proyecto ha demostrado que, si bien los ingresos totales pueden ser similares a los que se obtienen mediante la producción convencional, las prácticas de sustentabilidad suponen ahorros importantes en los costos productivos, lo cual se traduce en utilidades al menos 10% mayores para el productor.
Trabajar por una alimentación más sana, nutritiva y suficiente mediante la producción sustentable es también promover el cuidado de los ecosistemas. El proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México es un ejemplo de cómo la ciencia y la responsabilidad social pueden ofrecer soluciones clave para la humanidad.