Texcoco, Edo. Méx.- En estos días los precios mundiales de los alimentos han tenido notables variaciones, en parte porque las distintas reacciones sociales ante la pandemia de coronavirus (COVID-19) están impactando en los mercados. Ante esto, diversos analistas de seguridad alimentaria han estudiado los hechos y las cifras relacionadas con la emergencia global por el COVID-19.
“En África el brote de la enfermedad por el virus del ébola y sus respuestas provocaron interrupciones en la cadena alimentaria que tuvieron impactos en todo el sistema en la seguridad alimentaria y la nutrición, en una escala similar a las consecuencias de desastres como terremotos”, comentan Billy Hall, James F. Oehmke y Shawn Wozniak —asesores de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés)— en el artículo El coronavirus y las implicaciones para los sistemas y las políticas alimentarias.
Si bien el ébola y el nuevo coronavirus son biológicamente distintos, los investigadores de la USAID parten de los aprendizajes de experiencias globales pasadas para hacer consideraciones importantes sobre la situación actual. Del estudio de estas experiencias, los analistas explican que “las perturbaciones en la cadena alimentaria pueden interrumpir los flujos de producción y comercio, lo que puede tener efectos volátiles en el mercado e implicaciones tanto en los precios de los alimentos como en los ingresos basados en los alimentos”.
El artículo al que se hace referencia afirma además que ante este desafío emergente la fortaleza y estabilidad de los sistemas agroalimentarios (escenario por el que el CIMMYT trabaja desde hace más de 50 años) es fundamental. La resiliencia del campo —es decir, su capacidad para afrontar y superar las adversidades— es la clave para asegurar la disponibilidad de alimentos y frenar el aumento de las discapacidades en el desarrollo humano/cognitivo ante una eventual carestía que pudiera afectar particularmente a quienes ya padecen inseguridad alimentaria.
Miles de familias dependen de la estabilidad del sistema agroalimentario para su subsistencia, por lo que ante la posibilidad de que la emergencia sanitaria conduzca a escenarios no deseables, es necesario —como señalan Hall, Oehmke y Wozniak— aprender de las experiencias pasadas para limitar los impactos negativos de segundo orden. La innovación en la producción y el suministro de alimentos es hoy tan importante como la búsqueda de una vacuna contra el virus que causa el COVID 19.
Difundir prácticas sustentables y favorecer la producción y el abasto locales son algunas acciones con las que el CIMMYT fomenta la resiliencia del campo. También es fundamental apoyar estos procesos de fortalecimiento desde la sociedad, incluso en lo inmediato, pues en medio de la crisis la sociedad debe guardar la calma y tener la certeza de que el abasto de alimentos está garantizado gracias al esfuerzo de miles de mujeres y hombres que —desde sus parcelas— trabajan en sintonía con el inexorable avance de los ciclos agrícolas.
En medio de esta contingencia #LaAgriculturaSigue, y desde el CIMMYT se trabaja para fortalecer el sector agroalimentario, desarrollando las capacidades que le permitan ser resiliente ante las adversidades. El programa MasAgro —de la SADER y el CIMMYT— es un ejemplo de esta visión; con él se conformaron las bases de Maíz para México, una estrategia que contribuirá a que México —desde la agricultura— pueda resistir los brotes virales y las conmociones que estos causan en las cadenas de suministro de alimentos.