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Mujeres que inspiran: Griselda Ledesma

La Agricultura Sustentable de MasAgro Guanajuato está ayudando a equilibrar las condiciones de las mujeres en el campo. Aquí, el testimonio de la productora Griselda Ledesma quien participa en el programa. 

Por: Divulgación-CIMMYT
8 de marzo de 2021

Valle de Santiago, Gto.- A pesar de los avances, en el campo sigue habiendo desigualdades y un crecimiento excluyente debido, en buena medida, a la persistencia de patrones socioculturales que siguen imaginando al campo como un lugar poco adecuado para una mujer: “Tengo muchas visitas de proveedores y no faltan los comentarios. Ponen en duda mis capacidades, pero no hago caso de los comentarios malos que dice la gente, solo escucho los buenos”, dice Griselda Ledesma García, productora del Rancho La Jaulilla, en Valle de Santiago, Guanajuato. 

“Mi esposo murió hace seis años, así que soy viuda, pero esa palabra no me gusta, la siento muy agresiva. Entonces digo que soy soltera con dos hijos. Tengo seis años sembrando sola. Cuando murió mi esposo, yo me hice cargo de las tierras. Actualmente siembro maíz, sorgo, frijol, trigo y cebada. Siembro 15 hectáreas de riego y 32 en temporal, en total siembro como 47”, comenta Griselda, quien participa en el programa MasAgro Guanajuato, de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

Como Griselda, varias de las mujeres que se involucran en proyectos de sustentabilidad con el CIMMYT y sus colaboradores han quedado al frente de la responsabilidad familiar por diversas circunstancias, de manera que para ellas es fundamental que las prácticas y tecnologías que se promueven realmente les beneficien y no sean complicadas de implementar.

Desde hace cuatro años los ingenieros de MasAgro Guanajuato han estado viniendo. A veces, si tengo alguna duda yo les llamo y vienen o me asosoran por teléfono. Estoy muy agradecida con el apoyo que he tenido por parte del programa, porque he tenido buenos resultados. Hasta han venido a hacer demostraciones, eventos. (…) y cuando otros productores que no trabajan con Agricultura de Conservación ven mis parcelas se quedan sorprendidos, porque existe la idea de que una mujer no puede”. 

Con la Agricultura de Conservacción hay ahorro de tiempo y, sobre todo, también de trabajo: nos ahorramos el barbecho y la rastreada y así nos ahorramos el diesel, el tractor. Se ahorra mucho y aparte la tierra está más nutrida. Hace como unos 22 días, por ejemplo, vino otro ingeniero a darle seguimiento al riego por goteo y estaba sorprendido con la tierra, porque él traía equipo para hacer un análisis, pero ya ni lo hizo porque al ver mi tierra dijo que está muy bien, y pues eso es por el rastrojo que se queda cada año”.

Las tecnologías y prácticas sustentables que optimizan el tiempo y el trabajo en el campo son ampliamente adoptadas por mujeres, lo cual ayuda a equilibrar sus condiciones en el campo —esto es doblemente significativo porque se calcula que las mujeres en el medio rural trabajan 10 horas semanales más que la población femenina de las ciudades—. De hecho, cuando se introducen nuevas tecnologías, adecuadas e inclusivas, estas pueden desnaturalizar y exponer las normas de género y las relaciones de poder porque su adopción inevitablemente requiere que mujeres y hombres renegocien las reglas del juego. 

“En la comunidad comentan «no, pues está muy bien, tiene muy buen cultivo». El día de la trilla «no, que ya sé oyó un camión que ya va para allá, y ya va otro y otro», y así están a la expectativa de cuántas toneladas dieron mis parcelas”, comenta Griselda, quien ha transformado el contexto social, a veces adverso, en un estímulo para continuar como productora: “Yo no podría dejar de sembrar la tierra por elegir otra cosa. Mi familia vive toda en Estados Unidos y pues me han dicho que por qué no me voy para allá, pero no podría dejar lo que quiero tanto en manos de otra persona, porque aparte otra persona sembraría a su manera y ya no sería como yo estoy cuidando mis campos”.

Griselda forma parte del todavía reducido número de agricultoras que hay en México —17% del total de personas que son responsables del manejo y de la toma de decisiones de sus parcelas—: “aquí en el rancho no hay otras productoras, casi se podría decir que soy la única, pero en Valle de Santiago sí hay otras y tenemos experiencias similares”. Sin embargo, su ejemplo y su experiencia al adoptar prácticas sustentables está contribuyendo a fomentar el empoderamiento económico de otras mujeres, su derecho al uso de los recursos, así como su participación en la toma de decisiones sobre la gestión de los recursos naturales.

“MasAgro Guanajuato puede ser útil para otras productoras porque siempre hace falta un apoyo de alguien que sabe. Yo le diría a otras mujeres que se involucren en la agricultura, porque es muy bonito. A mí sí me gusta, yo disfruto mucho de cada etapa del ciclo, desde la siembra hasta el día de cosecha. A veces me dicen que soy muy cursi, porque el día de la trilla de pronto sí siento que se me salen las lágrimas; es una emoción muy grande, pero es de acordarme de todo el proceso, las circunstancias, las mortificaciones que si llueve, que si no llueve, que si la planta se enferma… Entonces cuando ya cosechamos me da nostalgia y me siento muy contenta”. 

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