Texcoco, Edo. Méx.- El maíz (Zea mays) es una planta originaria de México, aunque —curiosamente— “maíz” no proviene de ninguna de las 68 lenguas nacionales indígenas ni del español, sino del taíno, es decir, de la lengua que hablaban los indígenas originarios de las Bahamas y las Antillas (actualmente Haití y República Dominicana).
Siendo las Antillas una de las primeras paradas de los españoles, mahís fue el primer nombre que escucharon para referirse a aquella planta americana que los sorprendió. Cuando la volvieron a ver en tierras mexicanas, claro, ya tenían un nombre para ella, el cual, de forma coincidente con la palabra náhuatl para referirse al maíz, también significa “sustento”.
¿Cómo se afianzó esta palabra antillana al acervo lingüístico de los antiguos mexicanos?, ¿por qué no prevalecieron las voces tlaoli (náhuatl) o nal (maya)? No hay consenso al respecto, pero, en principio —e independientemente del proceso de aculturación y avasallamiento— porque la gran complejidad cultural y la diversidad lingüística de Mesoamérica, sumada a un incipiente sistema léxico hispanoamericano, propició que las voces autóctonas cedieran paso a las voces antillanas en aras de una lengua franca o lengua vehicular que facilitara el entendimiento entre tantas personas que no compartían la misma lengua materna, pero que de una u otra forma compartían el mismo espacio.
Con respecto a la voz tlaoli —que corresponde a una grafía normalizada y a la pronunciación de “tlaolli”, cuyas variantes son tlayolli, tlayol, tlaulli— aun hoy existen muchos debates sobre su verdadero significado, pero hay consenso en que “tla” es “algo” y “oli” viene de yol (corazón, vida). También se ha sugerido que el vocablo tiene relación con tlayoalli (lo que está amparado a la sombra, justo como las semillas sembradas), pero se acepta más ampliamente su relación con neuhcayotl (mantenimiento, sustento y, por lo tanto, energía) e incluso con nelhuayotl, término con el que también se hace referencia a las raíces de la planta, pues significa origen principal, comienzo o generación de un linaje.
Cada una de las lenguas nacionales tiene una palabra propia para maíz, encarnada en una cosmovisión única. En el marco del Día Internacional de la Lengua Materna (21 de febrero), el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) conmemora la importancia de la diversidad cultural y lingüística para construir sociedades sostenibles, pues solo en donde se preserva la diversidad cultural y lingüística es posible preservar los conocimientos ancestrales, fomentar la tolerancia y consolidar la paz.
Fuentes:
Blanch, J. M. L. (1981). Antillanismos en la Nueva España. En Anuario de Letras. Lingüística y Filología, 19, 75-88.
Diguet, L. (2005). El maíz y el lenguaje entre las antiguas poblaciones de México, 1910. En Por tierras occidentales: entre sierras y barrancas. Centro de estudios mexicanos y centroamericanos.
González Torres, Y. (2007). Etnografía del maíz: variedades, tipos de suelo, y rituales en treinta monografías. Etnografía de los confines. Andanzas de Anne Chapma. En Anales de Antropología, Vol. 41, No. 1, 179-220.
Portilla, M. L. (1993). La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes (Vol. 10). UNAM, México.