Es una de las tecnologías agrícolas mejor adoptadas por los productores porque contribuye a mitigar los efectos del cambio climático en terrenos de ladera, y a combatir otras problemáticas derivadas de la baja productividad de las parcelas en terrenos escarpados, el desmonte de nuevas tierras para el cultivo y la inseguridad alimentaria de las comunidades.
Este sistema, generalmente asociado a la autosuficiencia alimentaria en zonas productivas para consumo local y regional con situaciones de terrenos con pendientes, permite tener, en un mismo terreno, cultivos alternados en franjas —por ejemplo, de maíz, frijol y calabaza— con líneas de árboles frutales.
Los árboles plantados — comúnmente a un metro de distancia entre sí— sirven de sostén para las terrazas, permitiendo un desarrollo gradual de esos espacios y contribuyendo a una sustancial disminución de los escurrimientos.
Entre los beneficios de aplicar este sistema se encuentran:
- Minimizar la erosión de los suelos
- Incrementar la captura de carbono atmosférico
- Diversificar la producción
- Aumentar el valor de la producción e incrementar los rendimientos
- Impactar en el ingreso de los productores
- Dinamizar la economía local
- Cubrir necesidades de seguridad alimentaria