Chiapas.- Benancio Jiménez Gómez es un ingeniero agrónomo fitotecnista que, desde 2012, forma parte del equipo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Chiapas. La perseverancia y sus convicciones lo caracterizan. “Una vez dentro de la universidad decidí no salir de ahí sin un título. Académicamente me enfoqué al estudio de la agricultura protegida, que era la tendencia en ese momento. Una vez egresado se me dio la oportunidad de trabajar en eso y no me gustó, pero conocí la Agricultura de Conservación y me interesó; me gustó que ese sistema fuera sustentable porque eso coincidía con mis ideas”, comenta.
Antes de llegar a Chiapas (de donde es originario), Benancio trabajó primero en Michoacán —allí conoció la Agricultura de Conservación— y después en Tabasco; a pesar de que trabajaba en otros temas, no perdía la oportunidad de recomendar la Agricultura de Conservación: “en ese momento atendía yo frutales, pero si veía una parcela de maíz, trataba de decirle al productor que la Agricultura de Conservación era una buena opción para él”.
Benancio es técnico certificado en Agricultura Sustentable por el CIMMYT. La forma en que se certificó reafirma su tenacidad y su pasión por el campo: “cuando regresé a trabajar a Michoacán al Hub Bajío (del CIMMYT) el curso ya tenía un mes que había empezado. Yo solicité al CIMMYT que me diera la oportunidad de tomar el curso, aunque fuera como oyente, porque había llegado a trabajar con un grupo de productores bastante exigente en cuanto a conocimiento y eso requería más preparación de mi parte”.
“Me dieron la oportunidad de entrar como oyente; el CIMMYT me apoyó con unos gastos y yo cubrí otros. El año siguiente que salió la nueva convocatoria me inscribí y pasé todo el proceso de selección, pero justo en ese momento me regresé a Chiapas para ocupar una vacante; entonces terminé nuevamente como oyente aquí en Chiapas, porque no podía ser juez y parte. No fue sino hasta el tercer año que hubo una oportunidad para graduarse por experiencia, pero evidentemente cubriendo ciertos trabajos en campo y evaluaciones. Así me gradué finalmente. Fuimos siete a nivel nacional”.
Sobre su persistencia con el curso comenta: “sí le batallé y le invertí porque vi que el curso valía la pena. Como es teórico-práctico, eso ayuda bastante. A mí me dio herramientas para hacer una agricultura verdaderamente sustentable porque yo en su momento hice unos trabajos en Palenque implementando monocultivos. Sí se incrementaron hasta 500% los rendimientos, pero cuando vi lo que había hecho dije «no, esto está mal». Y realmente no me gustó lo que estaba haciendo porque no era sustentable como yo pensaba. Hoy en día logramos la mitad de lo que logramos en ese momento, pero haciendo las cosas bien, más sustentables y planeadas”.
“A través de la certificación aprendí y entendí muchas cosas, entre ellas, que entre más herramientas tenga uno en su preparación, puede ofrecer más alternativas al productor. Veo a las personas que no tienen ese conocimiento y se limitan a dar una o dos alternativas. Cuando tienes más alternativas, impactas más en campo, la gente te cree más y tienes más herramientas para sustentar una propuesta”, continúa Benancio.
“Cuando tengo un tiempo, a veces los fines de semana, yo sigo atendiendo a los productores de Palenque y da mucha satisfacción cuando te dicen «ingeniero, lo que me enseñaste hace dos o tres años sí funciona y este año ya no compré maíz» o «este año vendí mis primeras 9 toneladas de maíz, dupliqué mi producción o bajé costos». Los resultados en campo son los que motivan para seguir trabajando con los productores”, finaliza el ingeniero Benancio Jiménez.
