San Luis Potosí.- La plataforma de investigación Soledad de Graciano Sánchez está ubicada en el estado de San Luis Potosí, en el Campo Experimental San Luis del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), en un lote experimental que se inició en el año de 1995 bajo el sistema de Agricultura de Conservación y se incorporó al programa MasAgro —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— en 2012.
Actualmente, en la plataforma se realiza una rotación de cultivos maíz-avena bajo condiciones de riego. A partir de 2014 se incorporó el cultivo de triticale en el ciclo otoño-invierno para evaluar otra alternativa de producción de forraje más resistente a las bajas temperaturas del altiplano en invierno. Esto, porque en la zona el rastrojo tiene un alto valor debido a su uso como forraje y, por esta razón, es más complicado que los productores adopten el sistema de Agricultura de Conservación, ya que implica dejar una parte del rastrojo como cobertura del suelo.
Ante este escenario donde es importante reforzar la promoción de prácticas sustentables, la plataforma busca determinar el efecto de una menor labranza del suelo y la cantidad mínima de rastrojo que se debe dejar para asegurar el funcionamiento del sistema de Agricultura de Conservación y generar la mayor ganancia al productor (aunque una menor labranza implica una reducción del costo de producción, existe el consenso general entre los productores que es necesario realizar algún nivel de labranza para asegurar la producción).
Con 17 años de haber impletado el sistema de Agricultura de Conservación, en la plataforma la diferencia en fertilidad de suelo ya es muy marcado y los rendimientos de Agricultura de Conservación son mucho mayores en comparación con la labranza convencional (basada en el excesivo movimiento del suelo): los rendimientos en Agricultura de Conservación son mayores en promedio en más de 4 toneladas por hectárea (t/ha) en comparación con la labranza convencional (esto es, en promedio, 6.1 y 10.2 t/ha para labranza convencional y Agricultura de Conservación, respectivamente) y no hay diferencias entre diferentes niveles de rastrojo, por lo que podría asumirse que el sistema funciona con una mínima cantidad de rastrojo dado que hay una cobertura permanente de los cultivos en pie en la mayor parte del año agrícola.
Las diferencias más notables en el rendimiento se pueden atribuir a una suma de factores. Con labranza convencional el riego por inundación satura el suelo y entonces el agua tarda hasta cuatro días en infiltrarse por completo, mientras que con Agricultura de Conservación la misma cantidad de agua se infiltra en pocas horas, reduciendo las perdidas por evaporación. Por otro lado, las características físicas y químicas del suelo difieren considerablemente entre tratamientos, principalmente en el contenido de materia orgánica que influye positivamente en la disponibilidad de nutrientes.
De manera general, en la plataforma Soledad de Graciano Sánchez los tratamientos con Agricultura de Conservación han obtenido mayor rendimiento de avena y triticale que con la labranza convencional y, en suma, el sistema de Agricultura de Conservación ha sido más rentable por una reducción de más de $2,100 por concepto de labranza (además, la incidencia de malezas es menor), de manera que este sistema ha permitido que el ingreso sea hasta cuatro veces mayor en comparación con la labranza convencional de la zona.