Texcoco, Edo. Méx.- La paz no solo es la ausencia de guerra, sino un estado donde las sociedades reconocen sus diferencias, las respetan, las aprecian y pueden colaborar como una unidad y de forma pacífica para resolver desacuerdos, conflictos o para superar dificultades comunes. Es decir, la paz es un proceso dinámico que busca las mejores condiciones para todos los miembros de una sociedad.

Bajo esta perspectiva, la conmemoración del Día Internacional de la Convivencia en Paz (16 de mayo) promueve una cultura de paz basada, entre otros aspectos, en el desarrollo sostenible. La agricultura, en este sentido, puede (y debe) convertise en uno de los pilares y motores de la paz social. 

¿De qué manera la agricultura puede contribuir a la paz? Si se considera que además de factores socio organizativos, la migración forzada en el mundo (causa de tensiones y conflictos internos e internacionales) es impulsada por desastres naturales (como las inundaciones o las sequías), el cambio climático, la pobreza rural, la inseguridad alimentaria, el agotamiento de los recursos naturales o el deterioro de los medios de vida, entonces es posible visualizar que hace falta construir sistemas agroalimentarios sólidos, sustentables y capaces de sobreponerse a las adversidades, es decir, resilientes. 

México es un escenario complejo de la migración humana. Muchos se van, muchos otros llegan (y varios más se desplazan internamente), pero todos buscan oportunidades que no encuentran en sus comunidades de origen. Muchas veces, el campo abandonado es el reflejo de esas oportunidades no encontradas (40% de las remesas internacionales se destinan a las zonas rurales, lo que refleja el origen de gran parte de los migrantes).

La migración seguirá existiendo (de hecho, tiene un papel dinamizador en todas las sociedades), y se proyecta que las áreas rurales seguirán dando forma a la migración en las próximas décadas. En este escenario, apostar por una transición hacia una Agricultura Sustentable y rentable que haga de la migración una opción y no una condena, no es un esfuerzo vano, particularmente para los jóvenes. 

Un tercio de todos los migrantes internacionales de países en desarrollo tienen entre 15 y 35 años. ¿Es posible que los jóvenes vean en el campo un incentivo para quedarse en sus comunidades de origen? Desde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) se impulsan alianzas con los sectores público, privado, social y académico para desarrollar proyectos, programas e iniciativas que permitan avanzar en esta vía mediante la formación de capacidades en temas de Agricultura Sustentable.

“Aquí sembré cada 40 centímetros para aprovechar más el terreno y no desperdiciar el espacio. Así he tenido mayor cantidad de plantas. También dividí en secciones para que la cosecha no salga al mismo tiempo, sino en diferentes fechas. (…) Los productores de mayor edad me han dicho que esta forma de sembrar no sirve, pero, al contrario, se está aprovechando más el terreno. Siembras más en poco espacio. Ahora que ven la parcela tan productiva me dicen que es por los químicos (ríe), y yo sé que no, que es la forma de trabajar la tierra”, comenta Alan Brian Ríos Dionicio, productor de 19 años de San Pedro Pochutla, Oaxaca.

De acuerdo con las proyecciones de las Naciones Unidas, se espera que la población joven se triplique y supere los 350 millones para 2050. La mayoría de ellos vive en áreas rurales y son más propensos a migrar. En este escenario, es fundamental seguir impulsando, más que nunca, esa transición hacia una Agricultura Sustentable, una #AgriculturaParaLaPaz que permita reconstruir el tejido social y brindarle a todos, desde los niños hasta los ancianos, medios de vida dignos para una convivencia en paz.