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Agrobiodiversidad: una apuesta por el futuro del medioambiente

La Agricultura de Conservación, el Manejo Agroecológico de Plagas y otros sistemas agrícolas sustentables que promueven el CIMMYT y sus colaboradores contribuyen a mejorar y proteger el medioambiente.

Por: Divulgación-CIMMYT
1 de junio de 2020

Texcoco, Edo. Méx.- Desde 1972, cada 5 de junio se celebra el Día Internacional del Medioambiente, fecha en que los Gobiernos del mundo y diversas organizaciones buscan desarrollar el sentido de la responsabilidad medioambiental en individuos, empresas y colectividades. Este año, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la conmemoración estará dedicada a la biodiversidad.

La biodiversidad para la alimentación y la agricultura (agrobiodiversidad) es el componente de la biodiversidad que contribuye a la producción agrícola y alimentaria y es fundamental para la humanidad porque su pérdida compromete la seguridad alimentaria del mismo modo en que la extinción de una especie pone en riesgo el equilibrio y la existencia misma de los ecosistemas.

La agrobiodiversidad puede referirse al número de plagas, depredadores, parásitos o especies de malezas y también al de cultivos y animales en el sistema de producción a nivel de campo o de paisaje. Por lo tanto, abarca una amplia variedad de especies de interés alimenticio, tanto silvestres como domésticas, e incluye la biodiversidad asociada a los cultivos, es decir, tanto las especies que prestan servicios ecosistémicos (polinizadores, enemigos naturales de las plagas y organismos del suelo) como aquellas útiles para el procesamiento de diversos alimentos.

De acuerdo con cifras de la ONU, la diversidad vegetal de los campos agrícolas ha disminuido significativamente (desde 1900 se ha perdido alrededor de 75% de la diversidad de cultivos) y —actualmente— de las 6,000 especies de plantas cultivadas para la alimentación, solo nueve representan el 66% de la producción total de cultivos en el mundo.

Además de la seguridad alimentaria, existe una relación menos evidente entre la agrobiodiversidad y el medioambiente: un crecimiento anual de 0.4% de las reservas de carbono del suelo (por acción de los microrganismos del suelo y la diversificación de los cultivos) reduciría significativamente la concentración atmosférica de CO2 debida a las actividades humanas.

Desde la ciencia aplicada al campo, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impulsa acciones para entender, conservar y hacer un uso sostenible de la agrobiodiversidad. Con la colaboración de diversas organizaciones de todos los sectores, busca mejorar la calidad de los suelos (incrementando su actividad biológica mediante la cobertura con rastrojos, por ejemplo) y mantener la diversidad genética de semillas y plantas cultivadas (ambas, metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU).

Por supuesto, el Banco de Germoplasma que alberga el CIMMYT —donde se resguardan 28,000 colecciones únicas de semillas de maíz y más de 150,000 de trigo— es un buen ejemplo de los esfuerzos por preservar la agrobiodiversidad, pero es en las parcelas de los productores que adoptan las prácticas sustentables que promueven el CIMMYT y sus colaboradores donde se ven con mayor claridad los beneficios de esta particular acción por el medioambiente.

El aumento de la biodiversidad puede ayudar a crear sistemas de producción más sostenibles. Por eso, la investigación científica del CIMMYT visualiza a la agricultura alineada con la naturaleza, lo cual implica considerar el aprovechamiento de las sinergias entre la radiación solar, el suelo, el agua y la agrobiodiversidad. Los cultivos de cobertura (y su mezcla), los cultivos de relevo, los cultivos intercalados, los bordes de cultivo y los cortavientos, son algunos ejemplos de cómo tecnologías orientadas a la reducción de la erosión, el control de malezas y otros propósitos (como la obtención de forraje) pueden incrementar también la biodiversidad significativamente.

Desde las acciones de intensificación sustentable (orientadas a que las parcelas de los agricultores sean más productivas, rentables y sustentables), se promueve la diversificación de cultivos para restaurar diversas funciones del suelo. Las leguminosas, por ejemplo, pueden fijar una gran cantidad de nitrógeno por su relación simbiótica con algunas bacterias; de manera similar, la asociación con micorrizas (simbiosis de plantas con ciertos hongos del suelo) puede suministrar a las plantas cultivadas grandes cantidades de agua y nutrientes a cambio de algunos fotosintatos (carbohidratos y otros compuestos que se producen durante la fotosíntesis).

Además de la diversificación de cultivos, para fomentar la agrobiodiversidad actualmente se investigan y promueven enfoques agroecológicos para el manejo de plagas, se fomentan la preservación y el uso de semillas nativas directamente en las comunidades y se complementan estas acciones con un uso eficiente del agua de riego y los fertilizantes nitrogenados (además de la reducción de pasos de maquinaria y su consecuente impacto en la disminución de los gases de efecto invernadero). En conjunto, estos esfuerzos constituyen el testimonio de que, para la red de innovación del CIMMYT, la agrobiodiversidad es una apuesta por el futuro del medioambiente.

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