La alfalfa es un cultivo con muchas bondades para el ganado lechero, pero sus requerimientos de agua limitan su producción. Con prácticas sustentables el potencial de producción de este forraje en la Comarca Lagunera se incrementa notablemente.
San Pedro del Gallo, Dgo.- Se estima que la Comarca Lagunera ―zona que abarca diversos municipios de Coahuila y Durango— produce 10 millones de litros de leche diarios, lo cual representa alrededor del 20% de la producción total nacional. En esta zona, considerada la cuenca lechera más importante de México, la lechería empresarial contribuye con 95% de la producción regional y, la actividad lechera en general, genera alrededor de 16 mil empleos en forma directa y 180 mil empleos indirectos.
Para los productores locales es fundamental disponer de opciones viables y rentables para la alimentación del ganado. La alfalfa es una planta muy nutritiva para el ganado destinado a la producción de leche, particularmente cuando es deshidratada ―aporta proteínas, vitaminas, minerales y oligoelementos, que son componentes que intervienen en la regulación y equilibrio de muchas funciones de los organismos―.
Además, la alfalfa tiene otros beneficios: evita la acidosis y mejora la fermentación microbiana de los rumiantes, permite mantener el paisaje verde durante su ciclo, evita la erosión de los suelos, permite al agricultor ahorrar dinero porque no conlleva gastos en nitratos ―en cambio, sí enriquece el suelo con nitrógeno― y, dado que no necesita de grandes labores, también permite ahorrar combustible, ayudando así a la salud del medioambiente.
En la Comarca Lagunera la alfalfa ocupa aproximadamente el 57% (36 mil hectáreas) de la superficie sembrada y se ha convertido en una buena alternativa para alimentar bovinos, caprinos, ovinos y equinos. La popularidad de este cultivo se debe principalmente a su calidad, su gran rendimiento en materia seca y su gran adaptabilidad a regiones semiáridas ―y hasta húmedas―. Además, su capacidad para fijar nitrógeno ―elemento vital para la nutrición de cultivos futuros― la convierte en un importante componente de la sustentabilidad de los sistemas productivos.
La forma de consumo de consumo de esta pastura es muy variada, pudiendo ser a través del pastoreo directo (fresca, en pie); el pastoreo de forraje cortado mecánicamente; como pasto cortado y distribuido en comederos; como heno, en rollos o fardos; o bien, como pellets (alimento comprimido para animales).
La principal forma de conservación de la alfalfa es mediante la henificación ―el material, una vez cortado, debe ser secado rápido hasta una humedad del 20%-25%―, seguida en menor medida por el silaje ―conservación de forraje húmedo donde la conservación se realiza gracias a la presencia de ácido láctico, producido por bacterias específicas mediante un proceso de fermentación sin aire― y el henolaje ―intermedio entre la henificación y el silaje―.
Otra forma de conservación de la alfalfa es por medio del deshidratado y posterior compactado para producir pacasde diversos tamaños. Esto se realiza con maquinaria y facilita su distribución y comercialización pues, al hacer esto, se logra que la pastura cultivada ―cuya mayor producción es en primavera-verano― pueda administrarse en otras épocas del año, facilitando su transporte y comercialización.
El problema que limita la siembra y producción de la alfalfa en la Comarca Lagunera es el gasto de agua de riego ya que, por corte, requiere alrededor de 150 milímetros. Considerando que se realizan máximo 10 cortes anuales, entonces anualmente se gastan 1,500 milímetros con sistemas de riego por goteo y aspersión.
Comparado con la producción de maíz y cereales, el gasto de agua es el siguiente:
Siendo la alfalfa el alimento que se requiere para la cuenca lechera más grande del país y la que se requiere para abastecer a diversas empresas del ramo, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y Asesores Comerciales se han vinculado con las empresas Lala y Beta Santa Mónica para promover prácticas y tecnologías sustentables que permitan optimizar el consumo de agua en el cultivo de alfalfa.
Entre las prácticas y tecnologías promovidas se encuentran la modernización de los sistemas de riego por goteo y aspersión, el uso de estiércoles —mediante un proceso regulatorio que permita incrementar la materia orgánica y regenerar la biota del suelo—, así como la implementación de sistemas de camas de siembra para alfalfa, lo cual contribuirá a lograr ahorros de hasta 30% de agua de riego.
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