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Alimentación y #AgriculturaParaLaPaz

El Premio Nobel de la Paz 2020 fue otorgado al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, esta distinción reafirma la necesidad de construir sociedades pacíficas y resilientes a través de la transformación de sus sistemas agroalimentarios.

Por: Divulgación-CIMMYT
12 de octubre de 2020

Texcoco, Edo. Méx.- El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas recibió este viernes 9 de octubre el Premio Nobel de la Paz 2020. Esta concesión es significativa porque hace visible la estrecha relación entre los sistemas agroalimentarios, la paz y la estabilidad social. Además, se centra en la cooperación internacional en un momento crítico para la humanidad.

En el abismo de la hambruna por la pandemia de COVID-19, el Programa Mundial de Alimentos proporciona asistencia alimentaria a millones de personas en todo el mundo, con frecuencia en medio de situaciones de peligro extremo y en lugares de difícil acceso. Por esto, es un ejemplo de solidaridad y cooperación multilateral, señaló el Comité Noruego del Premio Nobel.

El premio de este año pone en el centro de la opinión pública mundial la reflexión en torno al hambre que padecen millones actualmente, pero también la necesidad de atender sus causas y evitar que trastoquen el tejido social en un momento de tanta incertidumbre como el actual. Como señala el Programa Mundial de Alimentos, “donde hay conflicto, hay hambre. Y donde hay hambre, a menudo hay conflicto”.

Para el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y los otros centros de investigación alrededor del mundo que conforman un solo CGIAR, el Premio Nobel de la Paz otorgado al Programa Mundial de Alimentos no solo es motivo de júbilo, sino es una reafirmación de que solo construyendo sistemas agroalimentarios sólidos, sustentables y resilientes es posible forjar la paz.

Para el CIMMYT, la distinción otorgada al Programa Mundial de Alimentos renueva además el legado del doctor Norman E. Borlaug, uno de sus fundadores, quien hace 50 años recibió precisamente el mismo Premio Nobel por haber salvado a millones de personas cuyas vidas estaban amenazadas por la hambruna y por los potenciales conflictos sociales derivados de la inseguridad alimentaria.

Los trabajos de mejoramiento de trigo realizados hombro a hombro con productores mexicanos, le permitieron al doctor Borlaug lograr la hazaña de salvar millones de vidas y también permitieron que la humanidad tuviera clara la relación entre la paz y el campo, tomando mayor conciencia de que el hambre y la malnutrición constituyen una amenaza para la prosperidad y el futuro.

“La comida es el derecho moral de todos los que nacen en este mundo”, dijo el doctor Borlaug durante su discurso de aceptación del Premio Nobel. Esta frase sigue vigente y su legado tiene continuidad mediante los proyectos de desarrollo estratégico que el CIMMYT impulsa para construir una #AgriculturaParaLaPaz, sustentable y resiliente para todos los agricultores y las sociedades.

En el marco del reconocimiento al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas y de los desafíos actuales, el CIMMYT reitera su llamado para la consolidación y fortalecimiento de una coalición que aborde los desafíos cambiantes de la producción de alimentos. Los efectos por la pandemia crecen cada día y la amenaza de una crisis humanitaria por alimentos también.

Como hace 50 años lo hizo el doctor Borlaug, hoy es necesario escuchar la crisis y formular soluciones adecuadas. La variabilidad climática, las restricciones comerciales y las tendencias poblacionales añaden presión a los planes de recuperación por la pandemia de COVID-19, pero esta es la oportunidad de reconstruir mejor.

En México, gracias a los esfuerzos conjuntos del Gobierno federal, del CIMMYT y sus colaboradores en todos los sectores y desde la sociedad civil, hay numerosos ejemplos de resiliencia ante la pandemia que pueden aportar, desde lo local, importantes aprendizajes a escala global. En estos tiempos de incertidumbre la atención en la línea de acción del Programa Mundial de Alimentos y la construcción de sistemas agroalimentarios sustentables y resilientes, capaces de fortalecer la paz, son cruciales.

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