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Desarrollar, innovar y conectar, una de las grandes tareas del programa MasAgro Productor

Por: Divulgación-CIMMYT
4 de noviembre de 2014

4 de noviembre de 2014.


Entre las bondades de la Agricultura de Conservación está el mejorar la calidad de vida de los agricultores de manera sostenible, aumentando la productividad, motivo por el cual se está convirtiendo en parte vital del paisaje rural de México y América Latina.

El ganador del Premio Borlaug de Campo 2014, Bram Govaerts, comenta que existen dos opciones: “desgastar nuestros recursos hasta agotarlos o invertir en agricultura sustentable, una práctica que permite el crecimiento y sirve como motor para el desarrollo sostenible de la sociedad”.

MasAgro es una iniciativa liderada por el CIMMYT y sustentada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, en la que participan más de 100 organizaciones de investigación agrícola de México. Su objetivo general incluye elevar el potencial de rendimiento de trigo en un 10% y en 85% la producción nacional de maíz, en condiciones de temporal.

MasAgro Productor, uno de los componentes de la iniciativa MasAgro, está inspirado en las declaraciones del Premio Nobel de la Paz de 1970, Norman Borlaug: “Take it to the farmer”, palabras con las que invitaba a los científicos a trabajar más cerca de los agricultores, idea que poco a poco fue formando parte del enfoque para la investigación en el CIMMYT.

El componente integra la innovación agrícola con los sistemas de cultivo a pequeña escala de maíz y trigo, tratando de minimizar los impactos negativos en el ambiente. Agricultores en más de 94,000 hectáreas han empezado a utilizar sistemas sostenibles que promueve MasAgro.

¿Qué inspiró el desarrollo del componente MasAgro Productor de la iniciativa MasAgro?

Bram Govaerts (BG): La estrategia deriva del hecho que hay una gran cantidad de información allá a fuera que no llega a los agricultores, como las diferentes variedades de semillas que existen en el mercado. Los agricultores hoy en día tienen muchas opciones para poder incrementar su producción, pero necesitan conocer como integrarlas y hacerlas sostenibles. Por eso estamos trabajando directamente con ellos para desarrollar sistemas sustentables basados en el de conservación, que permitan obtener rendimientos más altos y estables a través del tiempo. Hacer esto ofrece la oportunidad a los agricultores de abrir su panorama, aprender y recibir mejores ingresos, pero con un menor impacto ambiental.

En MasAgro se desarrollan sistemas junto al agricultor, se innova y se conectan a una cadena de valor y se convierte en lo que nosotros llamamos hubs. Estamos conectando las plataformas de investigación con módulos de innovación agrícola y de ahí podemos desarrollar sistemas influenciados por el conocimiento de los agricultores.

¿Es posible que esté trabajo funcione en cualquier parcela y en cualquier localidad?

BG: La clave es adaptar el sistema a las necesidades específicas de cada zona. Hacemos estrategias de trabajo para cultivos específicos y después incluimos otras tecnologías para hacer que funcione. Esto no significa que deben ser alta tecnología o utilización de grandes maquinarias, puede ser simplemente el hecho de saber que tenemos sembrar a mano. Realmente se trata de establecer los principios básicos de la Agricultura de Conservación y hacerlos necesarios para el trabajo diario.

¿Están tratando de ayudar a los agricultores a alcanzar sus metas, a ahorrar dinero al no gastar en fertilizantes?

BG: Eso depende. Si los productores se encuentran en un área donde se está sobrefertilizando, el sistema ayuda a reducir los costos. Por otro lado, algunos agricultores no utilizan fertilizantes, por lo que les recomendamos que lo hagan, pero de manera integral. Puede haber áreas donde los costos de producción aumenten ligeramente, porque los agricultores no estaban invirtiendo, pero esto se refleja en el incremento de los rendimientos, lo cual tiene un retorno de inversión.

P: Nos puedes dar un ejemplo de agricultores que hayan cambiado sus prácticas

BG: Algunos pequeños agricultores en Oaxaca, México, están mejorando sus prácticas a raíz de que aumentan las razas criollas de maíces locales. Nosotros los conectamos con un nicho de mercado para la venta de maíz en Nueva York, ahora ellos exportan y venden su maíz criollo a restaurantes de comida especializada en Estados Unidos. Ellos no solo están incrementando rendimientos, sino que están conectados a los mercados para vender sus productos. Esto nos deja un reto más grande: conectar a los diferentes productores con mercados más grandes para que ese aumento en la producción no los deje en una situación de riesgo.

Otro ejemplo es el uso de los teléfonos móviles. Los productores pueden suscribirse a un servicio de mensajes de texto y recibir información de diferentes temas, que incluyen recomendaciones técnicas o advertencias climáticas. Por ejemplo, una de las advertencias que enviamos durante la temporada de cultivo de trigo era que habría una helada inminente, eso llevó a realizar un riego de auxilio para mitigar los daños y salvar parte de las cosechas.

¿A qué retos se enfrentan?

BG: Trabajamos con más de 150 instituciones y organizaciones y estamos en contacto con más de 200,000 agricultores. Cuando el doctor Borlaug trabajaba, el mundo era más simple, ahora no solo tenemos que aumentar los rendimientos, sino también trabajar de manera amigable con el ambiente. Debemos proporcionar servicios ambientales a través de la agricultura y asegurarnos de que los productores tengan ingresos suficientes.

Ya no podemos aceptar que solo se haga ciencia y luego se deje en manos de otros para aplicarla, así no es como funciona. Nosotros los científicos tenemos que asegurar que la tecnología se aplique realmente y que se expanda con nuevas ideas de los agricultores, técnicos y demás personas que forman parte de la cadena agroproductiva. Necesitamos asumir la responsabilidad de que el conocimiento y la ciencia responde a una necesidad real.

La inversión pública y privada debe aumentar para temas agrícolas, especialmente en Latinoamérica, ya que en unos años será el motor que transformará el planeta.

¿Cómo invitan a los productores a cambiar sus prácticas?

BG: En algunos casos llevamos nuevas semillas desarrolladas en el CIMMYT y los ponemos en contacto con empresas semilleras locales, lo que asegura que sean funcionales para el sistema de trabajo de la región. Hay métodos que desde el principio son complicados y los agricultores tienen que esperar cinco años antes de observar cambios, eso es difícil, pero si podemos demostrarles que pueden almacenar su semilla de maíz con tecnologías poscosecha, las cuales reducirán las perdidas hasta en un 40%, es un diálogo con el que podemos iniciar para llegar a un cambio más radical. Gran parte de nuestra atención se centra en el intercambio de conocimientos, así como en la formación y la innovación.

¿Cuál es el significado de este premio para México?

BG: Tiene un significado especial, ya que reconoce la gran decisión de México para invertir en la innovación agrícola y el reto de asumir la responsabilidad, no solo para el país, sino para toda la región. México es un país complejo, aquí conviven todo tipo de agricultores, desde los grandes, que explotan las oportunidades de mercado para la exportación, hasta los pequeños, que no tienen acceso a mercados. Además, es privilegiado por albergar una gama de ambientes agroecológicos únicos.

Este año, el Premio Mundial de la Alimentación fue titulado “¿Podemos alimentar de forma sostenible los 9 mil millones de personas en nuestro planeta para 2050?”. ¿Cuáles son tus aportaciones?

BG: Esto no es solo un juego de números. Tendremos que alimentar a millones de personas mientras se trabaja bajo un ambiente institucional y político complicado, mientras al mismo tiempo tenemos que salvaguardar los recursos naturales. Estos retos globales se mueven a un ritmo acelerado, por lo que el CIMMYT tiene que actuar con rapidez y ampliar su excelencia científica. Nos encontramos en un punto de inflexión en el que debemos tomar ventaja de estos rápidos cambios en la ciencia y la tecnología. Trabajar para ayudar a proporcionar alimentos nutritivos a 9.5 millones de personas será un esfuerzo colectivo. En esta ocasión no habrá un Norman Borlaug, habrá un consorcio de personas trabajando juntas con diferente experiencia para lograr esta meta.

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