Llegó a ese país, y cuando cruzaba el desierto, vio a los oficiales de inmigración y corrió, pero él y su compañero cayeron en un pozo de 6 metros de profundidad y resultaron heridos.

“Mi compañero se fracturó las dos piernas, y yo, el pecho. No pudimos hacer nada más. Los oficiales nos sacaron del pozo y nos llevaron a un hospital, donde recibimos tratamiento durante 15 días; luego nos enviaron a una prisión de migrantes durante tres meses, hasta que nos recuperamos y volvimos a Guatemala”, comparte.

Elmer regresó a su país a finales de febrero de 2017, y él y su padre tuvieron que vender parte de sus tierras para pagar un préstamo que tomaron de la cooperativa de productores para pagar al coyote.

Comenzó a buscar trabajo y encontró una oportunidad colaborando con el Proyecto Buena Milpa Guatemala y la Asociación de Desarrollo Integral para el Occidente (Adipo), la cual implementaba el Proyecto desde 2016, transfiriendo tecnologías agrícolas a los productores de las comunidades del departamento de San Marcos en las tierras altas de Guatemala.

Él cuenta que las actividades que el Proyecto llevó a cabo en estas comunidades y la capacitación que ha impartido fortalecieron sus habilidades agrícolas: “he aplicado varias tecnologías en mi parcela y funcionaron muy bien; incluso he llevado a productores que viven cerca de mi parcela para que puedan tomar esas ideas y aprender cómo aplicarlas en su tierra”.

Para Elmer, el trabajo realizado con el Proyecto Buena Milpa Guatemala fue beneficioso, no sólo por su inserción en el campo laboral, sino también por las habilidades que adquirió a través de los entrenamientos. “Sé que esto me abrirá puertas más tarde, porque ahora tengo experiencia trabajando con mejores tecnologías agrícolas”, comentó.