Pénjamo, Gto.- En Guanajuato, el municipio de Pénjamo ocupa el primer lugar en producción agrícola, tanto por superficie como por producción total —los cultivos principales son maíz, trigo y cebada, que ocupan más del 90% de la superficie—. No obstante, el municipio se encuentra en una región con erosión hídrica extrema y se estima que su tasa de pérdida de suelo es mayor a las 250 toneladas por hectárea por año. La quema de los residuos de cosecha, el excesivo laboreo de la tierra y el constante tráfico de maquinaría también incrementan la degradación del suelo —el sistema de producción predominante en la zona es comercial, mecanizado e intensivo—.
El daño al suelo va de la mano con una mayor dependencia de fertilizantes químicos, mayor presencia de malezas y reducción de la productividad. En Pénjamo, por ejemplo, se utilizan grandes cantidades de agroquímicos para el control de malezas, plagas y enfermedades, siendo la “secadera” o “fusariosis” la más relevante —esta enfermedad es ocasionada por un complejo de hongos del género Fusarium y se manifiesta con el marchitamiento de la planta, lo cual provoca una reducción del rendimiento—.
Para ofrecer a los productores locales alternativas que permitan mantener o incrementar los rendimientos, pero conservando los recursos naturales y evitando el uso excesivo de plaguicidas sintéticos, en la plataforma de investigación Pénjamo se ha sembrado —desde 2015— trigo en los ciclos otoño-invierno (OI) y maíz en los ciclos primavera-verano (PV) para evaluar dos sistemas de labranza: un sistema híbrido —con movimiento del suelo en OI y siembra directa con 100% de rastrojo en la superficie en PV— y el sistema de Agricultura de Conservación —con camas permanentes anchas y 100% de rastrojo en la superficie—.
También se ha evaluado el uso de un insecticida químico y un hongo benéfico (Trichoderma harzianum) para el control de enfermedades en el suelo, principalmente por Fusarium sp. —estos se inocularon, es decir, se aplicaron junto con la semilla—, así como el uso o no uso de un regulador de crecimiento químico en la etapa de llenado de grano.
Los rendimientos de maíz han sido similares en ambos sistemas, pero los costos de producción con el sistema híbrido han sido $3,000 por hectárea más elevados en comparación con la Agricultura de Conservación —por los costos de preparación del terreno—, de manera que este sistema sustentable es una alternativa con mayores beneficios.
Con respecto al cultivo de trigo, los rendimientos han sido mayores en Agricultura de Conservación, con un promedio de 0.7 toneladas por hectárea más (figura 1). El mayor rendimiento y el menor costo de producción en trigo genera un incremento en la utilidad de $6,000 por hectárea, lo cual significa que la implementación de la Agricultura de Conservación en la producción de trigo en el ciclo otoño-invierno es rentable.
Con respecto al tratamiento de la semilla, no se observó una diferencia entre la semilla tratada con insecticida y fungicida y las tratadas con el hongo benéfico Trichoderma, por lo que se considera que el uso de este hongo puede ser una alternativa viable para reducir las enfermades en los cereales sin el uso de plaguicidas sintéticos. Además, ya que no hubo un efecto en la mayoría de los ciclos, tampoco es económicamente viable la aplicación del promotor de rendimiento.
En suma, los resultados de la plataforma de Pénjamo —que se encuentra en la localidad de Colorado de Herrar y forma parte de la red de plataformas de MasAgro Guanajuato, programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) de Guanajuato y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— confirman que la Agricultura de Conservación es una opción para reducir la quema de residuos de cosecha, ahorrar agua, disminuir los costos de producción e incrementar rendimientos. Además, en las parcelas con riego permite tener dos cultivos anuales sin desfase en las fechas de siembra, lo que sí ocurre cuando se prepara el terreno en los sistemas de labranza convencional.