Una RCS es un espacio físico con condiciones adecuadas para la recolección y preservación de semillas, a fin de mantener sus cualidades y poder utilizarlas en las próximas siembras.
Isabel López García, del pueblo Quilinco, en Chiantla, Huehuetenango, dice que en esa comunidad cuando comenzaron una reserva de semillas, participaron 30 productores, pero en la actualidad ya hay más de 70 miembros.
“Una vez perdimos nuestra cosecha, porque un fuerte viento arrojó el campo de maíz, pero ya teníamos semillas almacenadas en la reserva, lo que nos permitió volver a plantar el maíz. Entonces nos dimos cuenta de su importancia”, comenta López.
Los productores mantienen un libro en el que escriben el nombre, la fecha y la cantidad de semillas recibidas, las cuales después se almacenan en recipientes de plástico y se cambian cada dos o tres años, para que la semilla no pierda calidad.
“La reserva no es sólo tener el espacio físico, pues también involucra a toda la organización comunitaria. Los productores pueden depositar en las reservas sus materiales de maíz, frijol, nuez y otras especies nativas y conservar sus semillas durante los años siguientes», menciona Luis Ramírez, coordinador del Proyecto Buena Milpa Guatemala.
Ramírez explica que en el proceso de capacitación los productores se fortalecen para poder criar sus variedades nativas y seleccionar las características que les interesan de su maíz, como altura, color, sabor, producción, resistencia a la sequía, etc.
Durante la implementación del Proyecto Buena Milpa Guatemala, se construyeron y equiparon ocho reservas de semillas y cuatro fueron restauradas. Están ubicadas en Huehuetenango, Totonicapán, Quetzaltenango, Quiché y San Marcos.