Con información del CIMMYT Informa
11 de marzo de 2014.
Han pasado casi 40 años y hoy en día podemos ver que se han logrado grandes avances en la lucha de las mujeres por sus derechos: hay una mayor relación de igualdad en el número de niños y niñas que van a la escuela primaria; la mortalidad materna ha descendido en alrededor de un 66%; en el sector no agrícola 4 de cada 10 empleos los desempeñan mujeres. Sin embargo, pese al impulso que imprimieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (MDM) en la equidad de género y el empoderamiento de la mujer, todavía queda mucho por hacer. Las mujeres siguen padeciendo discriminación cuando se trata de tener acceso a bienes económicos, trabajo, educación, atención médica y participación política. Por ende, es mucho más probable que sean las mujeres las que vivan en pobreza, tengan menos acceso a fuentes de financiamiento e información, y menos oportunidades de romper este ciclo, sobre todo en el sector dedicado a la agricultura.
En el CIMMYT hacemos nuestro mejor esfuerzo por salvar la brecha del género y trabajamos en pro de aumentar la producción en los campos de los agricultores, como una manera de contribuir a la seguridad alimentaria, al crecimiento económico y al bienestar social. Mediante sus proyectos en África, Asia y América Latina, el CIMMYT ha promovido activamente la participación de la mujer en la ciencia, en el sector del desarrollo, en las cadenas de valor y en la mecanización de la agricultura. El CIMMYT procura la integración del género en la etapa de diseño de sus proyectos y en la implementación de éstos. Los CRP MAIZE y WHEAT aprobaron su estrategia de integración de género, y en 2014 y 2015 todos los CRP participarán en la realización de un estudio trasversal de género.
Las mujeres son el sostén de la economía rural en los países del mundo en desarrollo. Sin embargo, aunque aportan un gran porcentaje de mano de obra en el campo, solo tienen derecho a una porción de terreno, de crédito y un poco de educación en comparación con el hombre. La inequidad de género en la agricultura impone costos no solo para las mujeres en sí, sino para sus familias, la sociedad y el sector agrícola en conjunto. Según estimaciones de la FAO, si las mujeres tuvieran acceso a los mismos recursos que los hombres, sus cultivos rendirían entre 20 y 30% más e invertirían sus ganancias en cuidar su salud, incluir alimentos más nutritivos en su dieta y dar educación a sus hijos. Si las mujeres tuvieran el mismo acceso a recursos, la producción del campo en los países en desarrollo aumentaría de 2.5 a 4%, con lo cual se podría alimentar a poco más de 150 millones de personas adicionales.
Maria Esther Rivas, gerente de la empresa semillera Bidasem |
En África, los proyectos Sistemas de Producción de Maíz y Leguminosas para la Seguridad Alimentaria en el este de la Provincia de Zambia (SIMLEZA) y Maíz Tolerante a Sequía para África (DTMA) han fomentado la participación de las mujeres en la toma de decisiones, dándoles la oportunidad de expresar su opinión en grupos formados solo por mujeres. En Asia, la Iniciativa para la Producción Cerealícola en el Sur de Asia (CSISA) contrata personal femenino para llegar a más agricultoras; a éstas últimas se les ha proporcionado tecnologías que ahorran recursos, adaptadas a sus necesidades, como sembradoras manuales portátiles y sembradora mecanizadas. Mediante el proyecto Investigación sobre la Producción de Maíz en Laderas (HMRP), en Nepal, hemos ayudado a que las mujeres tengan acceso a semilla, por conducto de grupos de producción comunitarios, y hemos instruido a las mujeres que a su vez instruyen a otras mujeres en sus comunidades. Las mujeres han logrado aumentar su producción de maíz de 20 a 50% como resultado directo de la intervención del HMRP. De igual manera, en México, el proyecto Desarrollo Sustentable con el Productor (Take it to the farmer) ha estado promoviendo la participación de mujeres en las áreas de investigación y extensión.
Si bien estos son logros importantes, el trabajo del CIMMYT no ha concluido; sabemos que tendremos que dedicar incluso más esfuerzos para atender los asuntos de género y diversidad. Promover un acceso equitativo a recursos, un mayor conocimiento sobre la equidad de género en los proyectos del CIMMYT y la participación de la mujer en la toma de decisiones en todos los niveles, ayudará a salvar todas estas diferencias en la agricultura. En este mes de marzo, reflexionemos sobre nuevas formas de empoderar a las mujeres y en cómo nuestro trabajo empodera a hombres y mujeres por igual.