Cuando muere una lengua,
todo lo que hay en el mundo,
mares y ríos,
animales y plantas,
ni se piensan, ni se pronuncian
(…)
Entonces se cierra
a todos los pueblos del mundo
una ventana, una puerta.
Un asomarse
de modo distinto
a las cosas divinas y humanas,
a cuanto es ser y vida en la tierra.
Miguel de León Portilla
Texcoco, Edo. Méx.- De acuerdo con las Naciones Unidas, cada dos semanas (en promedio) una lengua desaparece. La pérdida de la diversidad lingüística es grave, porque implica la desaparición de todo el patrimonio cultural e intelectual vinculado a las lenguas que se extinguen, incluyendo, por supuesto, valiosos conocimientos derivados de la particular forma de vincularse con la tierra y cultivarla.
México cuenta con 69 lenguas nacionales: 68 lenguas indígenas y el español. No obstante, muchas lenguas indígenas están en gran riesgo de desaparecer por diversos motivos. Si desaparecen, se perderían posibilidades, tradiciones, técnicas, material histórico y filosófico, modalidades únicas de pensamiento y expresión; todos estos, recursos importantes y necesarios para construir mejores sociedades.
Este Día Internacional de la Lengua Materna (21 de febrero), el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) reconoce el valioso esfuerzo de sus colaboradores que fomentan el uso y la preservación de las lenguas nacionales.
En la Meseta Purépecha, por ejemplo, José Isidro Nepamuceno Reyes, colaborador del Hub Bajío del CIMMYT promueve la producción sustentable de alimentos de la mano de productores indígenas porque, señala, “la lengua materna es fundamental para dar a conocer localmente alternativas sustentables como el manejo agroecológico de plagas, el cual permite controlarlas sin el uso de agroquímicos”.
En Oaxaca, Zenaida Pérez Martínez y otros colaboradores de la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) promueve entre la comunidad mixe (ayuukjä’äy) la Agricultura de Conservación en combinación con la Milpa Intercalada con Árboles Frutales. Con estas innovaciones, comenta, no solo se fortalece la seguridad alimentaria o se incrementa el rendimiento de los cultivos, sino que se contribuye a reforzar la organización social, la lengua (ayuuk) y la milpa que forman parte de la identidad y las manifestaciones culturales de la comunidad mixe.
Como José Isidro y Zenaida, muchos otros colaboradores de la red de innovación del CIMMYT promueven el cambio agrícola desde el entramado cultural de las lenguas que se hablan en sus zonas de acción, como la lengua tseltal —perteneciente a la familia lingüística maya— en Ocosingo, Chiapas, donde actualmente se desarrolla la campaña #ChiapasNoQuema; el náhuatl en los Valles Altos; o las diversas lenguas mayenses de la Península de Yucatán.
En un contexto donde al menos el 43% de las aproximadamente seis mil lenguas que se hablan en el mundo están en peligro de extinción —y donde solo unos pocos idiomas se han incorporado a los sistemas educativos formales—, la labor de estos colaboradores contribuye a construir sociedades multilingües y multiculturales que transmiten y preservan sus conocimientos y culturas de manera sostenible.