Texcoco, Edo. Méx.- Los pueblos indígenas, o pueblos originarios, representan únicamente el 5% de la población mundial. No obstante, custodian cerca del 28% de las zonas más intactas a nivel ecológico, donde se estima que está el 80% de la biodiversidad que aún queda en el planeta (ONU, 2020).
A pesar de este servicio vital que prestan a la humanidad, los pueblos indígenas representan alrededor del 15% de las personas que viven en pobreza extrema en el mundo. En México, cerca del 20% de la población (25 millones de personas) es indígena y su riqueza cultural contrasta con el alto o muy alto grado de marginación que afecta al 87.5% de los municipios indígenas (INPI, 2015). Además, su tejido social y herencia cultural están en grave riesgo debido a diversos fenómenos socioculturales, como la migración y el abandono del campo.
El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) busca contribuir a mejorar las condiciones de vida de las comunidades indígenas a través del fortalecimiento de sus sistemas agroalimentarios. Con parcelas productivas y rentables, la herencia cultural, los ecosistemas que custodian y el tejido social pueden fortalecerse. Además, se puede disminuir la probabilidad de que la población indígena tenga que abandonar sus lugares de origen.
A través del programa MasAgro —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT—, por ejemplo, recientemente se ha colaborado con la comunidad tsotsil de Chiapas; la otomí de Querétaro e Hidalgo; la purépecha de Michoacán, la totonaca de Veracruz y la rarámuri de Chihuahua, entre otras donde se han impulsado diversas prácticas ambiental y socialmente pertinentes para lograr su seguridad alimentaria y conservar sus recursos naturales, primordialmente.
Con el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ ―que el CIMMYT impulsa junto con Walmart Foundation―, se trabaja con muchas comunidades de origen mixteco, mixe y maya del sureste mexicano. Con ellos se impulsa la diversificación de cultivos (de especies nativas en muchos casos), las tecnologías herméticas poscosecha y la vinculación con mercados para la comercialización de sus excedentes o de productos asociados, muchos de ellos con un sello de identidad propio de sus comunidades.
Destaca también el proyecto ‘Milpa Sustentable en la Península de Yucatán’, cuya operación de 2016 a 2019 benefició a 14,760 personas de esa región, muchas de ellas de origen maya. A través de este proyecto se logró reinsertar 33 variedades de maíz nativo y fortalecer el sistema milpa, uno de los legados bioculturales más sobresalientes de los grupos indígenas mexicanos para la agricultura y la humanidad. Por sus resultados, este proyecto fue reconocido por la ONU como una de las iniciativas más destacadas e innovadoras para hacer frente al cambio climático y fomentar el desarrollo sustentable de las comunidades rurales y los grupos indígenas.
Por supuesto, todas estas iniciativas parten de un diálogo respetuoso entre los saberes tradicionales y el conocimiento científico. Así, la ciencia colaborativa que desarrolla el CIMMYT con diversas instituciones se nutre también de los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas. Por esta razón, es fundamental apoyarlos a fortalecer sus sistemas productivos, reconocer sus aportes y aprender de ellos.
En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas el CIMMYT reafirma su compromiso con las comunidades originarias y reconoce sus importantes contribuciones a la agricultura: muchas de sus prácticas agrícolas han demostrado una gran capacidad de adaptación al clima cambiante, sus alimentos y tradiciones culinarias pueden ayudar a ampliar y diversificar las dietas, muchos de sus cultivos autóctonos son resilientes frente al cambio climático y, además, al percibirse a sí mismos como conectados con la naturaleza, conservan y restauran los ecosistemas, protegiendo gran parte de la biodiversidad del planeta.