Hopelchén, Camp.- En poco más de 100 años se ha perdido alrededor de 75% de la diversidad de cultivos en el mundo. Eso significa que hoy, en las parcelas de los productores, se cultiva una cantidad relativamente pequeña de especies vegetales y —en muchas ocasiones— predominan los monocultivos.
Si se considera que un mejor uso de la biodiversidad agrícola puede contribuir a tener dietas más nutritivas y a mejorar los medios de vida en el ámbito rural, entonces la preservación de semillas nativas y la diversificación de cultivos son acciones que impactan directa y positivamente en la seguridad alimentaria y la nutrición de las comunidades.
Ese es precisamente uno los objetivos del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). A través de este, se promueve la conservación y el uso de la biodiversidad agrícola en favor de la seguridad alimentaria de las comunidades.
La agrobiodiversidad en una comunidad de Campeche
En la localidad de Pachuitz —a más de 100 kilómetros de Hopelchén, Campeche— hay poco menos de 300 habitantes. Ahí, en la cancha de usos múltiples, se realizó un taller para identificar qué semillas aún se están cultivando (principalmente de maíces nativos). Los productores que asistieron al taller mostraron las semillas que siembran y hablaron del tiempo que llevan haciéndolo, la forma en que cultivan y almacenan sus granos y las semillas que han perdido.
De los seis maíces nativos identificados por el equipo técnico del Hub Península de Yucatán —del CIMMYT—, destacan el ‘Sactux’ blanco, que es cultivado por alrededor de 48% de los productores de esa localidad; el criollo amarillo, sembrado por cerca de 18%; y el ‘X’mejenal’ morado, trabajado por 15%.
Para preservar la diversidad genética de estos maíces nativos, así como de diversas variedades de leguminosas identificadas (ibes), las productoras y los productores de la localidad acordaron seguir cultivando esos materiales, aumentar la superficie sembrada e invitar a más agricultores a hacerlo, particularmente porque —como se expuso durante el taller— las semillas nativas permiten obtener granos con un alto porcentaje de proteínas, lo que las convierte en una excelente alternativa para mejorar la nutrición familiar.
Quince días después del taller, el equipo técnico del CIMMYT regresó a Pachuitz para instalar un módulo de poscosecha, a través del cual se promueve el uso de tecnologías herméticas (bolsa hermética, silo metálico hermético, cal micronizada y tierra de diatomeas) como una opción accesible para almacenar los granos y las semillas y evitar el uso de pesticidas que puedan poner el riesgo la salud de las personas (en la localidad se suele usar una pastilla de fosfuro de aluminio para cada costal con 50 kg de grano, lo cual es una cantidad excesiva).
Antiguos y nuevos cultivos
Igual que en Pachuitz, en la localidad Xmabén se han promovido las tecnologías herméticas poscosecha como una forma de garantizar la disponibilidad de alimentos libres de tóxicos y como una alternativa para resguardar las semillas nativas que se cultivan en la zona. Estas actividades han servido además para difundir las ventajas de la diversificación de cultivos, no solo a través del intercambio de semillas nativas entre productores y la visita a las milpas donde hay diversos cultivos asociados con maíz (la forma tradicional que se ha ido perdiendo), sino también mediante la introducción de nuevos cultivos adecuados para las condiciones agroclimáticas de la zona.
Como parte del programa de diversificación de cultivos que promueven el CIMMYT y Walmart Foundation, se han donado semillas de leguminosas y oleaginosas (frijol gandul, chícharo y girasol, entre otras), cuyos beneficios —tanto para el suelo como para la nutrición— se han validado previamente. Además, la venta de diferentes granos permite generar ingresos adicionales, como dice el dicho: “no pongas todos los huevos en la misma canasta”.
Conservar las semillas nativas ayuda no solo a disminuir los costos de inversión —pues ya están adaptadas a las condiciones agroclimáticas de la región—, sino también a preservar la herencia biocultural. En conjunto con la introducción de nuevos cultivos apropiados para la zona, estos esfuerzos por diversificar las especies cultivadas impactan positivamente en el medioambiente y en la calidad de vida de las comunidades.