Michoacán.- Helios Escobedo Cruz es ingeniero agrónomo fitotecnista, egresado de la Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Estudió en un Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) y sus hermanos, agrónomos también, fueron su motivación para seguir por el camino de la agricultura. Por azares del destino, sus hermanos se dedicaron al magisterio y, actualmente, él es el único de su familia que se dedica al campo. Ya lleva casi 14 años promoviendo la Agricultura Sustentable y —hoy en día— trabaja en el despacho Red_InnovAC, cuya conformación impulsó.
Dicen que no hay casualidades, y lo que inició por influencia familiar se convirtió en una misión de vida. “En retrospectiva, yo veo que mi carrera es muy importante. Cada vez somos más personas en el mundo y, como dicen, «tenemos la mala costumbre de comer», así que necesitamos producir cada vez más y hacerlo de una manera diferente porque los recursos son limitados”, comenta Helios, quien ha colaborado con diversos despachos y también con el programa MasAgro, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Ha trabajado en el ramo agropecuario desde su egreso de la universidad. Su primer acercamiento a la Agricultura Sustentable, sin embargo, no fue en las aulas, sino cuando empezó a trabajar en un despacho técnico en 2006: “en la entrevista de trabajo, me preguntaron qué opinaba de la Agricultura de Conservación. Me di cuenta de que en realidad conocía muy poco”.
Después de conocer la Agricultura de Conservación, empezó a promoverla a través de sus distintas colaboraciones en Guanajuato y Michoacán. Gracias a estas, “se me dio la oportunidad de ir a Mazatlán, Sinaloa, al Simposio Internacional de Trigo y ahí conocí al doctor Bram Govaerts, del CIMMYT. Así supe que existía el curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable”, cuenta el ingeniero.
“Yo decidí iniciar la certificación para abordar más temas, a fin de tener más experiencia y conocimiento. De hecho, yo tomé el curso en Valles Altos. Implicaba mayores desplazamientos, más gastos de transporte (salía a las 2 a. m. para llegar al lugar del curso a las 6 a. m.), pero lo tomé allá porque de alguna manera yo he trabajado siempre aquí en el Bajío y por eso decidí buscar un conocimiento diferente. Sí hubo un sacrificio, pero valió la pena, porque hay otros cursos a los que vas, los tomas, te toman la foto y te entregan tu reconocimiento, pero este es diferente. Acá sí vas a aprender y tienes que demostrar que has aprendido”, comenta.
Para él, “desafortunadamente no hay una cultura que valore adecuadamente a los agrónomos y muchas veces también en las universidades no nos enseñan la parte empresarial y otros aspectos; entonces, a veces te quieren pagar con una cerveza o los agrónomos llegan sin lápiz y papel para anotar. Yo, que ya tomé el curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable y he sido tutor para otras generaciones de ese mismo curso, me doy cuenta de que hay carencias en la formación. Prueba de ello es que no todos los que inician el curso lo terminan. En mi generación, por ejemplo, solo aprobamos cerca de 40%”. Por esta razón, concluye que aquellos agrónomos que deseen brindar acompañamiento técnico de calidad tienen que prepararse constantemente.