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Agricultura y ganadería, binomio clave en la Mixteca Alta de Oaxaca

En un contexto de variabilidad climática, mejorar la relación entre agricultura y ganadería adquiere relevancia para los pequeños productores de zonas áridas. En Oaxaca, el CIMMYT impulsa un proyecto que busca optimizar esta relación. 

Por: Carlos Barragán García
23 de noviembre de 2020

San Bartolo Soyaltepec, Oax.- La milpa tradicional de la zona se caracteriza por el cultivo asociado de maíz, haba, frijol y calabaza, y es la base de la alimentación familiar y de la ganadería de especies menores que permite mejorar la alimentación y obtener ingresos para costear diversas necesidades familiares. 

La ganadería de pequeña escala es una actividad ancestral para el caso de las culturas indígenas mexicanas que se remonta a más de 7 mil años cuando comenzó el proceso de domesticación (CEDRSSA, 2018).

En Oaxaca, nueve de cada 10 productores se dedican a la agricultura de pequeña escala. El 75.8% practican la agricultura como actividad única, mientras que el 9.6% realiza una combinación de agricultura con ganadería y el 11.5% presenta una mayor diversificación; pues combina la agricultura con alguna otra actividad (FAO, 2012)

El problema central de los pequeños productores es su condición de pobreza, pues el 80.1% de las familias cuenta con ingresos iguales o menores al umbral de la pobreza alimentaria y el 91.1% está por debajo de la pobreza patrimonial (FAO, 2012). 

De acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, la población de cabezas de ganado ovino en Oaxaca decreció 30% del 2010 al 2019 (al pasar de 570,598 a 393,901) mientras que en caprinos solo se redujo 1%. No obstante, la producción de ovino en el 2019 alcanzó un valor de $166,071 y $224,632 para el caso de caprinos. El distrito de la Mixteca contribuyó con 28% y 46%, respectivamente, de esa producción estatal.

Los productores involucrados en la actividad generalmente no están organizados para la compra de insumos y venta de productos. El tamaño de sus hatos, rebaños o piaras, está limitado por sus recursos económicos y por el tamaño de sus predios. 

La mano de obra básica es la de la familia, la cual no recibe un salario propiamente dicho, sino que participa de los beneficios de su pequeña empresa: alimentación, alojamiento, educación y vestido. La comercialización de sus productos es a través de intermediarios o directamente a los consumidores. 

La tecnología que utilizan es muy simple, aunque sustentable y conservacionista del medio ecológico. Sus opciones tecnológicas son escasas y en ocasiones inaccesibles por el reducido inventario de animales. Muchas de sus instalaciones son rudimentarias y anexos de la casa familiar, de la cual aprovechan paredes y facilidades de servicios (CEDRSSA, 2018).

Si bien los pequeños productores de la Mixteca Alta de Oaxaca buscan hacer un uso eficiente de sus procesos de producción al combinar la agricultura con la ganadería (que desarrolladas de forma adecuada permiten el reciclado de nutrientes, pues mientras la cosecha agrícola sirve para la alimentación del ganado, las excretas del ganado son usadas como abono en la parcela para la nutrición de los cultivos), debido a la variabilidad climática se agudiza la fragilidad de los sistemas de producción (este año se presentó una sequía durante los meses de julio y agosto y una helada temprana en octubre cuando los cultivos principales de la milpa están en llenado de grano) y se incrementa el daño al ambiente generado por el pastoreo, principalmente por caprinos.

En ese contexto, mediante el proyecto CLCA (Uso de la Agricultura de Conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad en países del norte de África y Latinoamérica), impulsado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), se busca fortalecer estos sistemas de producción a través de su intensificación sustentable, empleando mezclas de forrajes de gramíneas, oleaginosas y leguminosas como cultivos de relevo.

En el caso de San Bartolo Soyaltepec, Oaxaca, se sembró una vez concluido el periodo de canícula, pues la intención fue aportar forraje de calidad que permitiera mejorar la producción ganadera y, al mismo tiempo, le diera al productor la posibilidad de dejar residuos de cosecha de su milpa en su parcela para mejorar la fertilidad del suelo, del tal modo que la materia orgánica permitiera cosechar una mayor cantidad de agua de lluvia y hacer frente a los problemas de sequía. 

Las acciones continúan y aún falta por conocer los resultados de las prácticas implementadas; no obstante, para sorpresa de quienes participan en este proyecto en San Bartolo Soyaltepec, el haba y la mezcla de forrajes de cultivos de relevo lograron sobrevivir a la helada del 7 de octubre (que provocó daños severos en los cultivos de maíz, frijol y calabaza), por lo que ahora el reto es seleccionar semillas de maíz, frijol y calabaza (de las que disponen los productores locales) con mayor precocidad para adaptar los sistemas de producción al contexto actual.

 

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