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Alimentos seguros desde la siembra hasta la poscosecha

La inocuidad de los alimentos salva vidas. Para garantizar que los alimentos sean seguros es necesario promover y adoptar mejores prácticas agrícolas en beneficio de toda la sociedad. 

Por: Divulgación-CIMMYT
7 de junio de 2021

San Pedro Pochutla, Oax.- De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada año 600 millones de personas ven afectada su salud debido a 200 tipos diferentes de enfermedades transmitidas por los alimentos. Además, estas enfermedades causan 420 mil muertes evitables al año, afectando principalmente a personas en situación de pobreza. Por esta razón, la inocuidad de los alimentos es vital. 

La inocuidad es el conjunto de condiciones y medidas para garantizar que los alimentos no constituyan un riesgo para la salud. Así, asegurar la inocuidad no solo es fundamental para garantizar la seguridad alimentaria, sino que, efectivamente, salva vidas.

Para garantizar la inocuidad de los alimentos, además del análisis técnico y científico para regular la inocuidad —tarea que en México es desarrollada por organismos como el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) y una red de laboratorios especializados como el Laboratorio de Sanidad de Semilla del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, es necesario promover buenas prácticas desde la producción y el almacenamiento de los alimentos, hasta su distribución y preparación.

Debido a las fuertes conexiones entre la salud humana, la sanidad animal y vegetal, el medioambiente y la economía, la adopción de buenas prácticas agrícolas es el primer paso para que las sociedades dispongan de alimentos inocuos, sanos y nutritivos, pero también es necesario que estas prácticas sean compatibles con el cuidado de los recursos naturales y contribuyan además al desarrollo económico.

“Hace un año empecé con el programa MasAgro, el ingeniero Omar Sánchez nos ha acompañado en el proceso. Empezamos por no quemar, a usar fertilizantes más adecuados. Aquí la mayor parte de las personas queman, pero nosotros dejamos de quemar y tuvimos un mayor rendimiento. Nosotros estamos dejando el rastrojo para que se abone el mismo suelo y así ya no usar mucho fertilizante. Además, ya no usamos plaguicidas, ahora usamos la feromona para controlar al gusano cogollero”, comenta Álvaro Martínez Santos, productor de la comunidad El Encierro, en San Pedro Pochutla, Oaxaca. 

“Aquí sembramos maíz y con la asesoría que nos dan tuvimos una cosecha muy buena porque sacamos 6 mil elotes que vendimos en los mercados locales a $250 el ciento. Después le sembramos frijol y nos dio un bulto. Este rendimiento que tuvimos con el maíz pues no se ve en la zona porque en estas parcelas lo que se saca son como 2 mil elotes y nosotros tuvimos un incremento de 4 mil elotes más con el uso de fertilizantes adecuados y un poquito de fertilizante foliar”, puntualiza Álvaro, uno de los productores más jóvenes de su localidad.

“Estamos usando la feromona para no tirar insecticida. Lo que traigo en la mano es el ánfora donde está la feromona. Es para atrapar a la palomilla del gusano cogollero. Aquí nos afectaba mucho ese gusano y los insectidas que le echábamos ya no funcionaban. A esta trampa le pongo agua y una pizquita de jabón en polvo. Cuando se instalan aquí llega la palomilla del gusano, cae y muere. Bueno, el macho, porque con la feromona cree que es la hembra y cae en la trampa. Eso hace que no se expanda la plaga. Antes comprábamos un insecticida para rociarlo y ahora tenemos un ahorro importante de dinero. Esto vale $60 y dura 30 días, así que compramos dos y con $120 ya cubrimos la parcela, así que sí es un ahorro”. 

Además de estas nuevas prácticas, Álvaro también ha aprendido a usar tecnologías herméticas poscosecha. En su comunidad, el CIMMYT y colaboradores locales instalaron una plataforma poscosecha donde se evalúa la efectividad de la bolsa plástica hermética y diferentes tratamientos con polvos inertes, como cal estándar, cal micronizada, tierra de diatomeas y hierba santa (Piper auritum).

Así, desde la siembra hasta la poscosecha, Álvaro y otros productores que han adoptado prácticas agrícolas sustentables contribuyen a brindar alimentos inocuos a sus familias y a la sociedad: “Nosotros consumimos lo que sembramos y vendemos también. Y como ya no estamos usando insecticidas, pues el maíz sale más limpio y lo consumimos con confianza. Ahora comemos mejor el producto que recogemos porque sabemos que está más sano”. 

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