San Pedro Pochutla, Oax.- En el campo mexicano la presencia de jóvenes productores no es muy común (actualmente la edad promedio de un productor agrícola es de 55 años) debido a que en el medio rural el envejecimiento de la población es un fenómeno que se acentúa más por la migración de jóvenes en edad productiva. Para muchos jóvenes que migran (y también para muchos que se quedan, pero que deciden ya no dedicarse a la actividad agrícola), cultivar la tierra no es redituable.
Los jóvenes, sin embargo, son esenciales en los procesos de cambio, aunque necesitan espacios donde sean tomados en cuenta. Algunos jóvenes productores que conocen la Agricultura Sustentable que promueve el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), por ejemplo, comienzan a ver en la agricultura una oportunidad para innovar y generar conciencia sobre los desafíos y problemas que enfrentan sus comunidades y la sociedad en general.
“Yo ya no quemo porque se pierde la materia orgánica y se contamina. Aquí en la comunidad eso es constante, cada que alguien tira su guamil (tierra que estaba en descanso) o roza, quema la vegetación seca y no, no debe ser así porque estás dejando pobre a la tierra”, comenta Alan Brian Ríos Dionicio, productor de 19 años de San Pedro Pochutla, Oaxaca.
Alan es becario de Jóvenes Construyendo el Futuro, un programa del Gobierno federal que vincula a jóvenes con instituciones o empresas para desarrollar hábitos laborales y competencias técnicas. Con solo tres meses de actividades bajo la asesoría del ingeniero Omar Sánchez —técnico certificado en Agricultura Sustentable quien colabora para el programa MasAgro del CIMMYT y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural— muestra ya un notable conocimiento de los componentes de la Agricultura de Conservación.
“En esta parcela se están aprovechando los residuos de la siembra pasada, que fue frijol y maíz. Las cañuelas secas del maíz se secan y se pudren sobre el suelo aportándole materia orgánica. Cuando el frijol ya está seco, después de cosechado, sus raíces se quedan adentro y le aportan nitrógeno a la tierra. Eso ayuda a alimentarla y mantenerla en buen estado”, comenta Alan.
No solo su lenguaje ha cambiado en estos tres meses, también su percepción sobre la rentabilidad de hacer agricultura: “aquí sembré cada 40 centímetros para aprovechar más el terreno y no desperdiciar el espacio. Así he tenido mayor cantidad de plantas. También dividí en secciones para que la cosecha no salga al mismo tiempo, sino en diferentes fechas. Cada ocho días saco un promedio de 460 elotes por cada milpa y se comercializan en el mercado que se pone cada lunes aquí en San Pedro Pochutla”, comenta.
Además de hacer más productiva su parcela (y ayudar a que otras más lo sean), Alan se preocupa por el medioambiente y por eso ha implementado adicionalmente un “sistema de riego para apoyar más a la milpa, para aprovechar más el agua, para que la gota caiga directamente a la patita de la planta y se engrose más y no se desperdicie agua”.
Promover el cambio no ha sido fácil, “los productores de mayor edad me han dicho que esta forma de sembrar no sirve, pero, al contrario, se está aprovechando más el terreno. Siembras más en poco espacio. Ahora que ven la parcela me dicen que es por los químicos (ríe), y yo sé que no, que es la forma de trabajar la tierra. Yo estoy rescatando este suelo, porque acá sí aplican agroquímicos y muchos”, comenta Alan.
Finalmente, el joven productor, deteniéndose ante una de las plantas, comenta: “aquí se ven los elotitos que ya vienen (la entrevista fue realizada en febrero de 2020). Esta va a dar dos. Yo he aprendido diferentes formas de sembrar y me siento muy orgulloso de los resultados, de la asesoría que estoy recibiendo y de mi propio trabajo, por eso les diría a otros jóvenes que la Agricultura Sustentable sí da buenos resultados, que cambien la forma de trabajar la tierra porque así como los tiempos cambian, también uno tiene que cambiar”.
Al poner la ciencia al servicio de la sociedad, el CIMMYT busca transformar la percepción de los jóvenes con respecto al campo. Cuando la juventud es testigo de que —con su entusiasmo y disposición a la innovación— sí es posible construir sistemas agroalimentarios ambientalmente sustentables y económicamente rentables, se favorece el relevo generacional en el campo y se contribuye a disminuir la migración en el medio rural.